Línea Editorial 28/11/2022

Milagro civil de reconciliación

Hace unos meses, Baltasar Garzón publicó Los disfraces del fascismo, un libro que comenzaba con un recuerdo a las víctimas del franquismo.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hace unos meses, Baltasar Garzón publicó ‘Los disfraces del fascismo’, un libro que comenzaba con un recuerdo a las víctimas del franquismo. Todas las víctimas de la violencia política de la II República, de la Guerra Civil y del período de Franco merecen el recuerdo. Pero fue el mismo Garzón el que estableció una distinción, presente en la Ley de Memoria Democrática, que no es equilibrada.

Cuando Garzón era juez de la Audiencia Nacional admitió una querella que pretendía establecer la verdad sobre lo sucedido a las víctimas del franquismo. El Tribunal Supremo determinó que no tenía competencias para ello. El propio Garzón rechazó una querella sobre las conocidas como víctimas de Paracuellos, víctimas civiles de la represión del bando republicano. Tampoco tenía competencias para ese proceso. Pero en este caso no admitió la querella. Unas y otras eran víctimas.

El problema no es nada sencillo, entre las víctimas de los dos bandos también hay victimarios. Haber sido víctima del franquismo o de la represión republicana no convierte a nadie, necesariamente, en un héroe. Esto lo sabían bien Indalecio Prieto, ministro socialista, y Salvador de Madariaga, el último presidente de la República. Cuando se ha sufrido una gran injusticia, solo la experiencia de un bien mayor permite recomenzar de nuevo. Ese es el “milagro civil” que se produjo antes y durante la Transición. La verdad de lo ocurrido durante el largo período de violencia política se investiga desde hace décadas y ese trabajo debe continuar. Pero no podemos echar en saco roto el milagro civil de la reconciliación.

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