Once años con el Papa Francisco
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde de miércoles
Madrid - Publicado el
2 min lectura
El 13 de marzo de 2013, hoy hace once años, se asomó al balcón de la Basílica de san Pedro el recién elegido obispo de Roma, que se daría así mismo el nombre de Francisco, en recuerdo agradecido de aquel gran santo popular y reformador de la Iglesia. En sus primeras palabras confesó que venía de las periferias para servir a la Iglesia y a la humanidad. Trece años después sigue vivo ese aliento con el que el Papa Francisco sorprendió a la humanidad la primera vez que impartió su bendición apostólica.
Este aniversario de su elección es una buena oportunidad para echar la vista atrás y tomar conciencia de lo que está significando un pontificado que ha iniciado no pocos procesos de renovación, en busca de una Iglesia volcada en la misión, en la que todos sus miembros, con sus carismas propios, sean protagonistas. Eso es lo que significa, en síntesis, la sinodalidad en la que insiste Francisco. El Papa ha desplegado su autoridad moral en la denuncia de las guerras, de las injusticias, de la situación de los migrantes y los excluidos, y también de la cultura de la muerte. El hecho de que el Papa tenga una oposición interna y externa, en un contexto global polarizado, no es más que la ratificación de que sus palabras y sus gestos no dejan a nadie indiferente. Es algo que también experimentaron, de otra manera, sus predecesores.
Francisco ha predicado desde el inicio el Evangelio de la misericordia. No quiere que la Iglesia entone lamentos por las posiciones perdidas ni dedicarse a condenar los males del mundo, sino generar nuevas formas de presencia cristiana en el mundo. Se cumplen once años de un pontificado que está abriendo surcos de esperanza para una humanidad fatigada y en permanente cambio, que necesita como el agua el anuncio de Cristo vivo y presente.