Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Tal como ha evolucionado el coronavirus en las últimas semanas, seguramente otras Comunidades Autónomas tendrán que adoptar las fórmulas que se han tomado en Madrid y el País Vasco. El cierre de los colegios supone un estrés social y familiar importante, pero la respuesta al reto que supone el coronavirus exige un ejercicio de responsabilidad sanitaria, social, económica y cultural. No es momento para polemizar sobre las decisiones de fondo que están tomando las autoridades. Desde el punto de vista sanitario cada ciudadano está llamado a atender a las indicaciones que se nos están dando. Debemos facilitar el trabajo de médicos y enfermeros sin saturar unos servicios que ya tienen una carga excesiva.
Desde el punto de vista cultural el coronavirus supone un desafío que nos obliga a hacernos preguntas serias. A menudo, los hombres modernos nos creemos invulnerables. No tenemos mucho sentido de nuestro límite y cuando este aparece, tenemos la tentación de reaccionar con enfado e histeria. Rechazamos las circunstancias y las personas que nos ponen en dificultades. Tan necesaria es la responsabilidad personal en cuestiones sanitarias como una reflexión sobre qué nos permite no quedarnos paralizados, bloqueados por nuestra vulnerabilidad frente a un virus. Esta búsqueda de razones es urgente también para afrontar el reto económico que genera la difusión del patógeno. Las razones adecuadas, que siempre brillan en los puntos más dinámicos de la sociedad y que cada uno debe buscar, van a ser más necesarias que nunca.