LÍNEA EDITORIAL
Cataluña no puede seguir en manos de quienes viven en una realidad paralela
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La última astracanada de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y del presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, ha sido plantar al Rey Felipe VI en la inauguración del Mobile World Congress. Colau y Torrent vienen ignorando sistemáticamente que representan a todos los ciudadanos y no solo a la minoría que coincide con sus planteamientos políticos. Sus actitudes irresponsables serían de nuevo una broma de mal gusto sino estuviera en juego algo tan serio como la representación institucional de Cataluña, que tiene en estos días una magnífica oportunidad para ofrecer al mundo, desde el escaparate internacional del Mobile, una imagen renovada que haga olvidar la pesadilla de los últimos meses en los que miles de empresas sacaron su sede social de Cataluña. La repercusión económica no es la única, pero no está de más recordar que la edición del Mobile del año pasado contó con 108.000 participantes, más de 2.300 empresas expositoras y el impacto económico se cifró en 465 millones de euros, generando más de 13.000 empleos. Menos relevantes son a este respecto las declaraciones de Carles Puigdemont en las que sigue exigiendo al Rey que pida perdón para ser bienvenido en la imaginaria república catalana. A Puigdemont cada vez son menos las personas que le hacen caso. Pero, sin darle mayor importancia de la que tienen, sí son declaraciones significativas de la huida hacia adelante en la que siguen embarcados unos pocos, al margen de la ley y de la realidad, y por lo tanto de los principales problemas que afectan a Cataluña, cuyo futuro no puede seguir dependiendo de quienes viven en una realidad paralela.