Discurso volcado en lo esencial

Hay que agradecer al Rey que en su discurso de Navidad haya centrado la atención en lo esencial de la construcción de una sociedad protagonista de su destino, junto con una especial sensibilidad por los temas sociales como la inmigración o el acceso a la vivienda de los más jóvenes. 

Sin olvidar las lecciones de la Dana o el complejo escenario internacional. Las continuas apelaciones que hizo Felipe VI al concepto clásico del bien común, necesario “para cualquier discurso o cualquier decisión política”, constituyen una invitación a que en el espacio compartido que es la política prime el diálogo y la conversación, el acuerdo y no los muros ni las imposiciones ideológicas o demagógicas. 

Un proceso que no es nuevo en la España reciente, como recordó Felipe VI, al referirse a la Constitución de 1978, fruto del consenso y garantía de los derechos y las libertades, pilares del Estado democrático y social de Derecho.

Por eso sorprende que algunos socios sin los cuales Pedro Sánchez no podría ser Presidente del Gobierno, se hayan abalanzado contra un discurso en el que se ven representados la mayoría de los españoles.

 Afirmar, como han hecho Podemos y Sumar, que estamos ante un discurso “caduco, deprimente y preocupantemente reaccionario”, no es más que una confesión de su incapacidad inhabilitante para un juicio certero sobre la realidad social y cultural. 

Es hora de reflexionar y dialogar sobre la propuesta que con tanto acierto ha hecho Felipe VI en orden a elevar el tono de la conversación pública nacional.