Errejón y las trampas de la ideología

La renuncia al escaño y la salida de la política de Íñigo Errejón trasciende con mucho la decisión, un político que ha reconocido “comportamientos no ejemplares” en sus relaciones con las mujeres. Comportamientos que son susceptibles de considerarse delitos. Íñigo Errejón, el último de los fundadores de Podemos que tenía cargos institucionales en la política española, con su comunicado de despedida ha puesto en evidencia los efectos perversos de determinadas ideologías que producen una ceguera a la hora de reflexionar sobre los motivos de las actuaciones de las personas. Atribuir al modo de vida “neoliberal”, o al llamado “patriarcado”, lo que es propio de la libertad humana a la hora de decidir, en conciencia, lo que está bien y lo que está mal, es un ejercicio de irreponsabilidad e hipocresía.

Sobre todo, cuando Errejón y su partido han sido decisivos para asentar socialmente los estándares morales y legislativos sobre relación íntima entre hombres y mujeres, mientras en su vida privada hacían todo lo contrario. La ejemplaridad de esa supuesta nueva política, inaugurada el famoso 15M, que iba a regenerar el tejido político y social, ha terminado en un esperpento con demasiadas víctimas por el camino. Lo que de verdad ha traído Podemos es más conflicto y polarización a la vida social. La regeneración de la política española pasa también por servidores públicos coherentes y ejemplares tanto en su vida privada como en su actuación pública. Políticos que tengan claro qué significa trabajar por el bien común de la sociedad y por la defensa de la dignidad y de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.