La Europa que soñaron los Padres Fundadores

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En la habitual rueda de prensa que concede en el avión al concluir cada uno de sus viajes apostólicos, el Papa Francisco ha recordado, al volver de Rumanía, la importancia de que Europa sueñe en grande para que no se marchite la apasionante aventura que comenzó hace 70 años. El Papa ha propuesto recuperar la mística de los padres fundadores, apostar por la cultura del encuentro y superar las divisiones de las fronteras. Es cierto que cada país tiene su propia identidad y que debe protegerla, pero es también muy cierto que es responsabilidad de todos los europeos el no dejarnos vencer por el pesimismo y las ideologías que fomentan la división. Es una tentación poderosa si echamos un vistazo a cuestiones como la situación demográfica que padece el continente, a la incapacidad de convertir el fenómeno migratorio en una oportunidad, o al crecimiento de populismos que se alimentan del cansancio de los europeos y a menudo proponen soluciones mesiánicas, de brocha gorda, a problemas complejos.

Está en juego la supervivencia de la Europa que soñaron los padres fundadores, aquellos hombres que creyeron en el trabajo común como base para restañar las heridas aún abiertas y se empeñaron en la consecución de una paz posible. Porque más allá de un proyecto ambicioso de carácter político o económico, los padres fundadores soñaron sobre todo una Europa capaz de levantar la mirada y de radicarse sobre un espíritu humanista, fundado a su vez sobre la firme convicción de la dignidad trascendente que posee cada ser humano.

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