J.L. Restán | Línea Editorial
La herida de la inmigración clandestina
El problema de la inmigración clandestina procedente del continente africano está lejos de resolverse.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El problema de la inmigración clandestina procedente del continente africano está lejos de resolverse. La reciente oleada de argelinos llegados a las costas levantinas, especialmente Alicante y Murcia, ha obligado al ministro del Interior a convocar a la embajadora argelina en Madrid. España quiere explicaciones llegar a un acuerdo con las autoridades argelinas para frenar este tráfico que se añade a los asaltos esporádicos a las vallas de Ceuta y Melilla. Se añade a este drama el reciente descubrimiento, en el sur de Libia, de auténticos mercados de esclavos donde los inmigrantes llegados del sur del Sahara son detenidos por las tribus locales, y vendidos como mano de obra barata, al viejo estilo de la trata de seres humanos.
El caso de los “harragas” argelinos preocupa tanto en España como en la propia Argelia donde la huida de cientos de jóvenes es una gran pérdida para un país rico en petróleo y gas. Sin embargo, la prosperidad de Argelia se ha visto afectada por el descenso de los precios de los carburantes fósiles, y atraviesa una cierta inestabilidad política como consecuencia de las incógnitas abiertas por la sucesión del sempiterno presidente Buteflika.
En todo caso se hace urgente y necesaria una acción coordinada de toda la comunidad internacional para lanzar, de una vez, un plan de desarrollo de los países africanos más pobres, que siente bases de prosperidad allí donde hoy huyen de la pobreza millares de jóvenes que solo tienen puesta su esperanza en una imagen idílica de Europa.