J.L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Huelga política

Aunque la huelga se convoque formalmente para protestar contra la “precariedad laboral”, los salarios bajos y el empobrecimiento de los trabajadores, es sabido que se trata de mantener la tensión tras las detenciones de Sánchez y Cuixart, de Oriol Junqueras y los exconsejeros del Govern

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La huelga de país, que es como se conocen las jornadas de huelga política que se convocan en Cataluña desde octubre pasado, no arranca con buenos pronósticos. Fomento del Trabajo ha intentado paralizarla en dos ocasiones, Comisiones Obreras y UGT no la secundan, la Universidad Pompeu Fabra y la Autónoma se han desmarcado y solo Ómnium Cultural y la ANC, junto con la CUP, promueven su apoyo.

Aunque la huelga se convoque formalmente para protestar contra la “precariedad laboral”, los salarios bajos y el empobrecimiento de los trabajadores, es sabido que se trata de mantener la tensión tras las detenciones de Sánchez y Cuixart, de Oriol Junqueras y los exconsejeros del Govern.

La fiebre independentista está sufriendo picos preocupantes para sus promotores. Ayer Bruselas se llenó de alcaldes y banderas esteladas, pero el domingo pasado se suspendió una manifestación que se esperaba multitudinaria. Varios opinadores pro-independencia comienzan a enfriarse y la calle está vacía. La huelga de hoy pretende calentar motores y busca, sin lugar a dudas, que el independentismo mantenga el protagonismo.

El éxito o fracaso de la huelga será muy revelador. Hoy veremos cuál es el nivel de movilización y las dimensiones del verdadero apoyo social a un proceso que cada día pierde fuelle pero que no acaba de extinguirse.

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