Jugadores compulsivos
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde del 17 de enero
Madrid - Publicado el - Actualizado
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“¿Qué es lo que no entiende Marlaska?”, pregunta Puigdemont. A lo que Bolaños responde: “El Gobierno cumple sus acuerdos”. Este diálogo es parte de las conversaciones que, con la Cuestión de confianza como trasfondo, mantienen el ex presidente de la Generalitat y prófugo de la justicia con el Gobierno de España. El equipo de Waterloo ha decidido, al compás de estas idas y venidas, suspender las negociaciones sectoriales con el PSOE. Quieren, mejor dicho, exigen, que el PSOE se reúna con ellos en Waterloo. Mientras tanto no aprobarán los Presupuestos Generales del Estado ni facilitarán ningún acuerdo legislativo. Pero, eso sí, seguirán negociando para que el traspaso de competencias en inmigración, a pesar de Marlaska, y el uso del catalán en Europa, no se detengan, ni, por supuesto, se dé un paso atrás en la aplicación de la Ley de amnistía.
Puigdemont quiere regresar a casa y, para eso, Sánchez negocia con él en la sombra medidas políticas de largo alcance que afectan al actual inquilino de la Generalitat. En realidad, Puigdemont está librando su batalla particular y la de su grupo político, y lo hace con el apoyo institucional del Gobierno de España. Sánchez y Puigdemont son dos jugadores compulsivos y adictos a los juegos de azar. El problema, de muy difícil cura, no es solo que se estén jugando el patrimonio familiar, sino que están el dilapidando el patrimonio de todos los españoles.