El lenguaje de los jóvenes

Estamos en plena preparación del Sínodo de los Obispos dedicado a los jóvenes, y es lógico es que se hable de ellos como los grandes protagonistas del futuro. Una de las grandes sorpresas de estos días han sido las manifestaciones de cientos de miles de jóvenes en diversas ciudades de Estados Unidos, a favor de una regulación más estricta de la venta de armas. Frente al fatalismo que solía suceder a las continuas matanzas perpetradas en los últimos tiempos, el tiroteo del pasado febrero en el Instituto de Parkland, en Florida, que causó 17 víctimas mortales, ha actuado como un inesperado resorte de protesta juvenil. Han sido efectivamente los jóvenes de las clases medias los que se han movilizado para mostrar su indignación ante la pasividad, cuando no indiferencia, de los incondicionales defensores de la venta libre de armas, como la Asociación Nacional del Rifle.

El pasado Domingo de Ramos el Papa pedía ante los jóvenes reunidos en San Pedro que no se dejen manipular por aquellos adultos que deforman la realidad, crean un relato a su gusto y derriban la esperanza matando sus sueños. Y les pedía algo más: que no se queden callados y que griten cuando el mundo calla ante la ignominia, la difamación y la mentira. Todo ello mediante la utilización de lo que el Papa ha llamado la armonía de los tres lenguajes: de la cabeza, del corazón y de las manos, aprendiendo a pensar bien, a sentir bien y, finalmente, hacer el bien. Los jóvenes norteamericanos han empezado ya a dar ejemplo.