Maduro caerá, pero ¿cuándo?
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde del 19 de septiembre
Madrid - Publicado el
1 min lectura
La declaración de Edmundo González acerca del modo cómo fue presionado y coaccionado por el chavismo para que abandonara su país no solo certifica la naturaleza dictatorial del régimen venezolano, sino la ignominia de quienes consintieron en que la extorsión se materializara en la embajada de España en Venezuela. Todos los que llevan días preguntándose qué ocurrió para que González aterrizara en España, ya lo saben. Edmundo González firmó bajo coacción un documento en el que se comprometía a no ejercer como presidente electo. Sus declaraciones desenmascaran la simulación que han tejido el ministro Albares y el presidente Sánchez, así como la participación del expresidente Zapatero a través de un mediador acreditado. Todos lo sabían y todos han callado. Todos, menos Edmundo González.
En este contexto y a instancias del Partido Popular Europeo, el Parlamento de la Unión ha reconocido hoy mismo a Edmundo González como legítimo presidente electo de Venezuela. Esta decisión es de extrema relevancia política porque es un modo de instar a los Gobiernos de la Unión a hacer lo propio. A esta decisión se suman las investigaciones que la Corte Penal Internacional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos están siguiendo contra el Estado de Venezuela y los actos de represión que se han intensificado desde el pasado 28 de julio. La presión internacional es eficaz, pero sus efectos no son inmediatos. Hay que esperar a ver qué hacen los Gobiernos europeos, especialmente el español, y seguir presionando. Bajar la guardia es ceder.