Contra los migrantes

En el discurso de Donald Trump tras su juramento y en las primeras órdenes ejecutivas que ha anunciado hay materiales muy diferentes. Trump ha querido dejar claro que ha vuelto a la presidencia de los Estados Unidos para devolver el país a una edad de oro. Fue uno de los ejes de su campaña electoral. Ha anunciado algunas políticas sin concretarlas, por ejemplo, el proteccionismo comercial. Y ha concretado mucho, sin embargo, en otros aspectos como la política migratoria. El nuevo presidente ha anunciado deportaciones masivas y el desplazamiento de contingentes militares para repeler lo que ha llamado “invasión de migrantes”.

Los requisitos para obtener la residencia pasan de cinco años a catorce. Esto significa que más de diez millones de personas que no tienen papeles y que, en gran medida, sostienen la economía del país, verán cómo se prolonga la amenaza de una expulsión. De un plumazo va a sumir en la angustia a personas integradas en los Estados Unidos, sin las que faltaría mano de obra en muchos sectores.

Trump ha cancelado también la aplicación “CBP One” que permitía obtener una cita para acceder al ingreso legal a decenas de miles de migrantes que esperan en la frontera. Suprimir la aplicación no supone suprimir la entrada de inmigrantes, paradójicamente va a provocar más migración irregular y dará más fuerza a las mafias. Estados Unidos siempre fue una tierra de acogida, una tierra pensada por los padres fundadores como un lugar donde se podía comenzar una nueva vida. Trump, con estas decisiones, va contra esta tradición y pone en peligro la estabilidad del país.