Navidad en una convulsa Tierra Santa

El panorama del Cercano Oriente se hace cada día más inquietante. Por un lado, en Siria subsisten focos de resistencia yihadista. A pesar de su victoria militar, eficazmente apoyada por Rusia, no se vislumbra cuál va a ser el futuro del régimen de Bachar el Asad, a quien el presidente francés, Emmanuel Macron, ha pronosticado su fin ante un tribunal internacional, acusado de crímenes de guerra. Por otra parte sigue en alza la tensión en la península egipcia del Sinaí que, según diversos informes, puede convertirse en el próximo refugio de lo que aún queda del llamado “Estado Islámico”. Se añaden las secuelas del reconocimiento por el presidente Trump de Jerusalén como capital de Israel, la primera de las cuales ha sido la réplica de Turquía de establecer una embajada ante el estado Palestino en el barrio árabe de la Ciudad Santa.

Israel no parece tener la menor intención de dar un paso para apaciguar la tensión, menos aún después de la resolución de la ONU que ha promovido Egipto para declarar nula la decisión de Trump, aunque no tenga carácter vinculante. Con este panorama de fondo, la Navidad se acerca a Tierra Santa y el Papa sigue invitando a rezar por la paz. Este domingo Francisco recordaba en el Ángelus que el cristiano, al haber encontrado a Jesús, no puede ser profeta de desventuras sino heraldo de una alegría contagiosa “que hace menos fatigoso el camino de la vida”.