Las paradojas de Trump
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Madrid - Publicado el
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La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos ha pillado con el pie cambiado a más de uno. El populismo provocador del que hace gala se ha encontrado con reacciones que no favorecen una valoración equilibrada del personaje y de las políticas que anuncia. Resulta ridículo zanjar el asunto azuzando el espantajo de la extrema derecha global, pero tampoco es sensato presentar a Trump como el salvador de la decadencia de occidente.
Lo cierto es que su presidencia plantea interrogantes y paradojas. Hay que reconocerle que haya frenado en seco el discurso proaborto que los demócratas habían convertido estúpidamente en su divisa. Por el momento, ha retirado los fondos federales para promover el aborto, una buena noticia. No es probable que pueda hacer mucho más, ya que la legislación sobre el aborto esté en manos de los Estados, y su propio círculo de colaboradores está dividido al respecto. Trump ha mostrado clara determinación para poner freno a los delirios de la denominada “Cultura Woke” y a los excesos de la ideología de género, lo cual conecta con el sentido común de una gran mayoría.
Sin embargo, no son de recibo las redadas indiscriminadas (incluso en iglesias) y la expulsión masiva de inmigrantes, con un discurso plagado de fanfarronería e insultos gratuitos. Como tampoco lo son los indultos a quienes asaltaron el Congreso, ni la depuración de fiscales, ni los ademanes de matón con que trata a sus propios aliados. Habrá que seguir analizando sus decisiones huyendo del trazo grueso. Trump no es el ogro que algunos agitan, pero tampoco alguien de quien esperar la renovación moral de nuestra sociedad.