Madrid - Publicado el - Actualizado
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Con la Junta Directiva Nacional del PP de este lunes comienzan los trabajos para la renovación del partido. Se habla en este momento, sobre todo, de quién puede ser el candidato o la candidata con más éxito para sustituir a Mariano Rajoy. Sería muy conveniente que el elegido no haya coincidido en el tiempo con los números casos de corrupción que están pendientes de investigación y de sentencia. Durante la última etapa los populares parecen no haberse dado cuenta de lo mucho que les afectan todas las irregularidades cometidas por algunos de sus líderes.
Pero la tarea de renovación del PP se cerraría en falso si se limitara a elegir un nuevo presidente. Tras el congreso de hace 10 años en Valencia, en el que Rajoy se hizo de forma clara con las riendas, los populares han gozado de unidad interna en torno al que hasta hace nada era su líder. Eso les permitió ganar unas elecciones generales por mayoría absoluta y obtener otra victoria en 2016. Pero durante estos últimos ocho años, a los populares les ha faltado un trabajo de reflexión y de conexión con la sociedad. Los contenidos de las ponencias de los últimos congresos han sido muy flojos. Y en buena medida el PP se ha convertido en un partido tecnocrático que exhibe, como casi única señal de identidad, una buena gestión.
El mundo y España están cambiando a velocidad de vértigo. Hacen faltas nuevas ideas, nuevas experiencias, nuevos modelos de trabajo en favor del bien común. Hace falta volver a conectar la política con la vida social. La reconstrucción no lo será si se limita a un cambio de nombres.