La resistencia del pueblo nicaragüense
Con el tiempo, quienes auparon a Ortega por su pasado quizás tengan que disculparse
Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Nicaragua hierve. Desde hace semanas la tensión en las calles se ha adueñado del país y el Gobierno de Ortega, lejos de calmar los ánimos, se ha propuesto enfrentarse abiertamente a la ciudadanía a través de escuadrones de paramilitares.
La represión gubernamental ha acabado, desde el pasado 18 de abril, con la vida de unos 127 ciudadanos. La Iglesia católica en Nicaragua se ha levantado de la mesa de diálogo y cada día que pasa la ciudadanía se suma con más pasión al paro nacional contra el Presidente Ortega y la Vicepresidenta Murillo. La Organización de Estados Americanos trató de la situación nicaragüense en su reunión del lunes pasado y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha alertado ya de posibles ejecuciones extrajudiciales a manos de francotiradores.
Las imágenes que llegan de Nicaragua, pese a los desmentidos gubernamentales, no dejan lugar a la duda. Ortega es hoy un gobernante tiránico que por sus actos y declaraciones parece dispuesto a resistir al precio que sea. Su revolución no triunfó, perdió las elecciones frente a Violeta Chamorro y desde el poder parece que se está cobrando la revancha.
Con el tiempo, quienes auparon a Ortega por su pasado quizás tengan que disculparse. Por ahora sería conveniente que el frente de oposición no se desintegrara, la resistencia moral frente a Ortega se mantuviera firme y los organismos supranacionales latinoamericanos no tardasen demasiado en reaccionar. De lo contrario Ortega, como su amigo Maduro, saldrá ganando.