El sentido de la Pascua inminente

Preguntaba ayer el Papa a los peregrinos reunidos en San Pedro cuál es la fiesta más importante del calendario cristiano, si la Navidad o la Pascua. Estaba clara la intención hacernos caer en la cuenta de que estos días constituyen el núcleo central del misterio cristiano, la fiesta de nuestra salvación.

En este día de Jueves Santo nos adentramos, con asombro y gratitud, en el corazón de la vida cristiana, que desvela el sentido de toda la existencia humana. Asombro ante el anuncio que el Señor mismo hizo de su Pasión y Muerte ante unos apóstoles que no llegaban a entender. Y gratitud por la institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal que ya nos acompañarán hasta el fin de los siglos como alimento espiritual y perpetuación de su mensaje de amor.

El Papa subrayó que el único que nos hace renacer nuevamente es Jesucristo, nadie más. Y para esto no hay que pagar nada: Jesús da la vida gratuitamente para que nos hagamos santos, para renovarnos, para perdonarnos, y este es el núcleo del Triduo pascual que vamos a celebrar. Y para hacer nuestras esta alegría y esta esperanza, Francisco invitaba a todos a acercarse al sacramento de la reconciliación como pórtico de la vida renovada que significa la cercana Pascua, sin dejar de subrayar la hipocresía de los cristianos falsos o “cristianos mafiosos” que viven una vida corrupta sin reconocer su condición de pecadores y abrirse al perdón de Dios.