Una derrota de todos

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La dramática historia de la adolescente holandesa Noa Pothoven ha cobrado en nuestro país una especial atención ante el propósito de Sánchez de legalizar la eutanasia como referencia “progresista” de la legislatura. Noa vivía en una continua tensión psicológica desde que empezó a sufrir abusos sexuales a los once años, y en los últimos tiempos se había negado a alimentarse, manifestando su deseo de morir. Sin embargo, su petición de acceder a la eutanasia fue rechazada, a pesar de lo cual su familia, con ayuda de una clínica privada, ha facilitado su muerte al amparo de una de las legislaciones más permisivas del mundo en esta materia. La raíz de este drama estriba en la pérdida del sentido de la vida y en la gran pobreza espiritual de la sociedad opulenta.

Ayer el Secretario de la Conferencia Episcopal alertaba ayer del peligro de confundir el sufrimiento con una categoría moral, de modo que se prefiera morir antes que sufrir, mientras que la respuesta verdadera consiste en no abandonar nunca al que sufre, sino cuidar y amar para dar esperanza. “Tanto la eutanasia como el suicidio asistido, afirmó ayer el Papa Francisco, son una derrota para todos”. El trágico caso de Noa pone en evidencia esa derrota de toda una sociedad y muestra hasta dónde puede llevar la cultura de la muerte. Como dijo ayer Mons. Argüello, “la muerte nunca es la solución a los problemas”, mientras que afirmar la dignidad humana exige hacer esfuerzos para acompañar en el sufrimiento, ayudas médicas y sociales, pero también espirituales.

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