Una lacra silenciada
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El Papa pide en este mes de febrero que los católicos recen por las víctimas de trata, de prostitución forzosa y de violencia. Mañana, 8 de febrero, la Iglesia celebra su Jornada Mundial contra la Trata y lo hace bajo la advocación de Santa Josefina Bakhita, una mujer africana que fue esclavizada y gozó finalmente de la libertad.
La historia de Bakhita se revive todos los días, porque aunque la esclavitud es formalmente ilegal, en nuestro mundo se somete a seres humanos a condiciones de esclavitud con distintas finalidades, pero con un denominador común: la explotación económica.
Se trata de un problema global que afecta a todas las sociedades y que en buena parte de los casos no solo es ignorado y silenciado por ignorancia, sino porque los consumidores de servicios que implican a sus víctimas no están dispuestos a asumir su responsabilidad.
La Santa Sede y las Iglesias locales trabajan con determinación en la lucha contra la trata. El Grupo de Santa Marta, creado por el Papa Francisco, o la Red eclesial contra la Trata, son dos magníficas plataformas desde las que denunciar y trabajar contra esta lacra mundial que explota y mercantiliza a millones de seres humanos.