Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los partidos de la oposición en Venezuela, agrupados en torno a la Mesa de la Unidad Democrática, han tomado la decisión de no presentarse a las elecciones presidenciales y legislativas convocadas por Nicolás Maduro para el próximo 22 de abril. De esta manera dicen “no” al fraude electoral que se prepara para los próximos comicios, aunque esto signifique dejar el campo libre para que el chavismo se perpetúe en el poder.
En realidad, la oposición es bien consciente de que, hiciera lo que hiciera, el chavismo lo tiene todo previsto para impedir una derrota como la que sufrió años atrás en las elecciones legislativas.
Maduro ha nombrado una asamblea constituyente paralela a la elegida democráticamente y ha reprimido con dureza las protestas populares que arrojaron más de un centenar de muertos en las calles. Finalmente puso fin a las negociaciones que se desarrollaban en la República Dominicana, una vez que la oposición exigiera la designación de un Consejo Nacional Electoral equilibrado y la revocación de las inhabilitaciones a los partidos y líderes opositores.
La agonía política, económica y humana que sufre Venezuela parece condenada a prolongarse con su secuela de muerte, hambre, escasez de medicamentos y emigraciones masivas a Colombia y otros países iberoamericanos. Un drama que clama al cielo, como dicen los obispos venezolanos, y al que nadie es capaz, por el momento, de poner remedio.