Castells y el sinsentido de las cuotas gubernamentales

En medio del proceso de una más que discutible reforma universitaria, el ministro Manuel Castells ha anunciado que deja el Gobierno. No es el primer miembro del Ejecutivo de Pedro Sánchez que se marcha sin esperar a que sus reformas legislativas concluyan, aunque en este caso media también una situación de salud del ya exministro. Ciertamente, la salida del Castells no ha entristecido a la comunidad universitaria. A Castells hay que reconocerle su trayectoria como sociólogo, pero experiencia política era nula, y eso se ha reflejado en el fracaso de su ley de reforma universitaria, que ha sido rechazada, tanto por la conferencia de rectores, como por los sindicatos y los estudiantes. La ley se está tramitando sin el más mínimo acuerdo con los sectores implicados.

El problema no está solo en la salida de un ministro sin experiencia política. La aceptación del sistema de cuotas a la hora de designar ministros, que hace posible que Cataluña en Comú, liderada por Ada Colau, sea quien proponga al titular de esta cartera, es uno de los lastres del gobierno de Sánchez. Muestra de ello es el nuevo ministro de universidades, el politólogo Joan Subirats, un perfil nacionalista defensor del referéndum ilegal de 1 de octubre. Pedro Sánchez prodrá decir que tiene sentado en la mesa del consejo de ministros a una persona que participó en el mayor desafío a la Constitución de nuestra democracia. Las cuotas no sirven a la eficacia del Gobierno, solo parecen servir para radicalizar la política española.