El populismo gana porque fracasan las instituciones

La victoria de Pedro Castillo en las elecciones presidenciales de Perú viene a ampliar la influencia de la izquierda populista en la América hispana. Pero cada vez que este populismo de raíces marxistas toma una plaza, lo que se plantea son la razones por las cuales están fracasando las instituciones de estos países. En Perú concretamente, como ha ocurrido en Venezuela, Nicaragua y más recientemente en Bolivia, la causa principal es la corrupción de los partidos tradicionales, la miseria de las clases populares y el hartazgo de los trapicheos políticos.

El nuevo presidente peruano, maestro rural y sindicalista, de 51 años, era prácticamente un desconocido en la vida política antes de la primera vuelta de las elecciones el pasado mes de abril. Sin embargo, pese a la desgana del electorado, se ganó la opción de concurrir a la segunda vuelta, que ha ganado por sólo unas décimas frente a la hija del autócrata Alberto Fujimori, depuesto por incapacidad moral y corrupción. Su inspiración marxista le ha llevado a prometer la nacionalización de las grandes empresas mineras, pero el principal objetivo de Castillo y de la plataforma ideológica que lo sostiene es convocar una asamblea constituyente, procedimiento preferido de los populismos para cambiar el sistema de convivencia. Castillo debe ser consciente de que el país está partido en dos, y de que cualquier cambio, para ser fructífero y duradero, debe gozar de amplio consenso social.