El problema que tiene Sánchez es judicial

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El problema que tiene Sánchez es judicial

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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El presidente del Gobierno reclama para sí un reconocimiento de naturaleza carismática más allá de la legitimidad propia de la función que constitucionalmente desempeña. Este es uno de los riesgos que suponen los políticos que usan la democracia directa para sustraerse a los mecanismos de control y fiscalización. En su toma de posesión como presidente, Sánchez apeló a la política de bloques y a la lógica amigo-enemigo. Por eso no es tan extraño lo que ha pretendido con su carta dirigida a la ciudadanía española. El Presidente no tolera ser cuestionado ni someterse a control alguno. Y por eso ha optado por acogerse a la categoría laboral del contratado fijo-discontinuo, como ha ironizado esta mañana Núñez Feijóo. Se va cinco días, no sin antes culpar a todos los discrepantes.

El problema del presidente no es la investigación a su esposa, sino la trama de corrupción que atenaza a su gobierno y a su partido. Y en lugar de asumir de manera responsable sus obligaciones, ha optado por el emotivismo con la ayuda de su fiel escudero Rodríguez Zapatero. La oposición, la judicatura y los medios de comunicación hacen su trabajo. Lo ha recordado Feijóo al señalar las investigaciones sobre el Delcygate, Pegasus o la relación entre Fondos públicos y el entorno del presidente. Pero Sánchez, extremadamente preocupado por sí mismo, vincula su persona al cargo que ostenta y busca que sus fieles le exoneren de responsabilidades. Puede ser que Sánchez necesite cinco días para recabar el apoyo de sus socios y asegurarse sus votos en una cuestión de confianza. Junts, ERC, PNV y Bildu se juegan mucho. Sánchez lo sabe y considera que ha llegado la hora de cobrárselo.

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