Una Iglesia bien visible
Aunque no acapare titulares, la Iglesia está arrimando el hombro para acoger, proteger, sostener y acompañar durante esta crisis del coronavirus
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los Directores de las Caritas diocesanas de toda España reconocen que los servicios están desbordados, los responsables de la pastoral social y de la caridad trabajan a destajo, miles de voluntarios prestan asistencia personal y telefónica a quienes lo necesitan, Caritas Madrid fue la primera en generar propuestas de apoyo vecinal, las comunidades de clausura fabrican mascarillas, los capellanes se dejan la vida atendiendo a enfermos y moribundos en los hospitales, se ceden seminarios, residencias, casas de ejercicios, y, cómo no, se multiplican la donaciones por parte de instituciones católicas para comprar material sanitario. Pese a todo esto, hay personajes públicos que dicen que la Iglesia es el colectivo más invisible en esta crisis.
Es verdad que en el día a día no se publican los balances de las acciones que la Iglesia lleva a cabo, ni se convocan ruedas de prensa en las que se comuniquen los logros. No hay mucho tiempo que perder, ni interés en sumar reconocimientos públicos. Pero eso no es ser invisible. Es verdad que la labor de la Iglesia no acapara titulares, ni ella se dedica a la crítica o la alabanza a la gestión de los gobiernos. Pero eso no es ser invisible. Su palabra, sus gestos de oración, su reclamo a la verdad del hombre y a su dignidad como hijo de Dios, son una luz en medio de la tormenta, también para muchos que no son creyentes. La labor espiritual, caritativa y social de la Iglesia no está centralizada en un mando único, pero eso no es ser invisible. En estos días lo que se ven son hombres y mujeres de fe que de manera comunitaria arriman el hombro para acoger, proteger, sostener y acompañar en un ejercicio de amor fraterno que lo es también de ciudadanía. Y pese a todo, algunos no quieren ver.