Madrid - Publicado el - Actualizado
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Aunque parezca una expresión demasiado usada, hay que repetir que Venezuela vive horas decisivas. La posibilidad de que el país vuelva a la democracia depende del apoyo que reciba el proclamado presidente interino Juan Guaidó. Se ha abierto una ventana de oportunidad muy estrecha que puede cerrarse en cualquier momento. Guaidó ha conseguido dar esperanza a los demócratas de Venezuela, que habían perdido fuerza y que no tenían hasta hace unos días una hoja de ruta clara. La feroz represión hace muy difícil protestas como las que hemos visto en los últimos días. Como ya se hizo evidente en 2018, mantener la protesta callejera durante mucho tiempo es casi imposible.
Para forzar la renuncia de Maduro e invitar a los militares a retirarle su apoyo es decisiva la presión internacional. Por eso es decepcionante el modo en el que han reaccionado el Gobierno de España y la Unión Europea durante el fin de semana. El Gobierno de Sánchez no ha liderado una posición firme y se ha visto sorprendido por unos acontecimientos de los que parece que no tenía información.
A Maduro en este momento lo sostienen China y Rusia, con intereses muy precisos en la zona. La Administración de Trump quizás debía plantearse no comprar petróleo venezolano. Sería una medida extrema y temporal, porque puede dañar al pueblo venezolano, pero la urgencia es que no cuaje un régimen totalitario como el cubano.