Pozuelo dedica una plaza con su nombre a Diana Quer

En la zona donde creció y vivió, donde quedaba con sus amigos, paseaba con su madre y celebraba las fiestas de su barrio. Pozuelo de Alarcón ha brindado este mediodía un acto homenaje a Diana Quer, la joven desaparecida en el verano de 2016 que, 500 días después, se halló su cuerpo sin vida.

Hoy, ya en 2018 pero con la herida aun sangrando cuando se toca, se le ha puesto su nombre a una plaza del municipio a la que acompaña un busto en su honor. En el acto, ha estado presente la familia de Diana, amigos, vecinos y autoridades policiales que resultaron claves en la detención de “El Chicle” (asesino de Diana Quer) y en el hallazgo de su cuerpo. Todos ellos, se abrazaban y secaban las lagrimas en silencio, solo se escuchaban cuchicheos de unos a otros y el Canon de Pachelbel de fondo como hilo musical.

Especial mención para Juan Carlos, su padre, que ponía en boga el papel de todas las autoridades que invierten su tiempo en esclarecer casos como este, recordando que la noche del 31 de diciembre de 2017 (el día en el que se encontró el cuerpo de la joven), los agentes encargados de llevar la investigación continuaban con su labor al mismo tiempo que cenaban pizza el día en el que se despedía el año. El dolor, lo personificaba su hermana pequeña, Valeria, a la que se la veía emocionada mientras acariciaba la placa de su hermana.

En el acto, también han estado presentes la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón, Susana Pérez y varios miembros de la Comandancia de la Guardia Civil, resaltando la presencia de Manuel Sánchez Corbi, persona que jugó un papel fundamental en el caso de Diana Quer, Gabriel Cruz «pececito» o en la detención del que fuera jefe del «aparato militar» de ETA, Garikoitz Azpiazu, «Txeroki», y de sus sucesores, hasta el último de relevancia.

El busto en cuestión, es una escultura tallada en bronce que despertaba comentarios entre sus familiares del tipo “es su viva imagen”, aparece sonriente, con el pelo recogido, en un parque rodeado de árboles y con una placa que lee parte de un poema dedicado a su persona.

Una plaza donde solo se interrumpía el silencio cuando aparecían los aplausos y una placa que actúa como un símbolo para todos, de algo que nunca debió ocurrir.