Los comercios de Gran Vía afrontan con negras expectativas de ventas el cierre perimetral de diciembre

Ven bien el cierre de la región si sirve para reducir contagios aunque saben que supondrá grandes pérdidas para sus negocios

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Los comerciantes de Gran Vía temen que las ventas de este año no van a ser mínimas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Los pocos comercios tradicionales que sobreviven en la Gran Vía madrileña ven con temor el cierre perimetral durante el puente de diciembre, el tercero sin turistas de fuera de Madrid. Era un balón de oxígeno para sus negocios, “el de mayor venta del año”, cuenta a COPE, Rosa, propietaria de la Perfumería Rosi, con 53 años de historia en la Gran Vía y que acumula pérdidas del setenta por ciento en los dos puentes anteriores.

“Era un puente maravilloso –recuerda- estábamos aquí casi 24 horas el sábado y el domingo porque había que aprovechar todo ese turismo, casi todo nacional; ahora en la acera no hay nadie, abrimos perdiendo dinero”. Las previsiones son poco halagüeñas “porque la situación de la Gran Vía es horrible, sin turismo, hoteles cerrados, bares sin posibilidad de poner terraza… hay menos público que en cualquier otro barrio”, lamenta.

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Juan, encargado de Calzados Iris sobre el Puente de la Constitución: Era lo mejor del año

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Y es que el turismo es el oxígeno de la Gran Vía cuyos negocios agonizan, como cuenta Juan, encargado de Calzados Iris, desde 1989 en esta zona de la capital, y para los que el puente “era de lo mejor del año, no se podía andar por la acera de toda la gente que había”. “Aquí en el centro se vive del turismo, si no hay turismo no se vende”, sentencia.

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Jorge, encargado de una tienda de regalos, está seguro de que el cierre “perjudicará al comercio

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Jorge, encargado de una tienda de regalos está seguro de que el cierre “perjudicará al comercio porque se notará la gente que venía a ver las luces y aprovechaba para adelantar las compras navideñas”. Y Gonzalo, camarero en

un bar de tapas que acaba de abrir después de ocho meses cerrado, lamenta que “los pocos que se acerquen a Gran Vía será para hacer compras pero no para consumir mucho en los bares”.

A pesar de las malas perspectivas, ven bien el cierre perimetral “si sirve para reducir contagios” aunque saben que se traducirá en grandes pérdidas para sus negocios.

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