El Athletic y el nacionalismo vasco, una historia centenaria

Tanto el club como muchos jugadores y directivos han mostrado a lo largo de los años su proximidad al nacionalismo, especialmente al PNV

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Javier Martínez

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

El Athletic Club sorprendió a muchos apoyando públicamente a través de su cuenta de twitter la cadena humana por el "derecho a decidir" que unió este domingo las tres capitales vascas, y en la que participaron miles de personas, entre ellas dirigentes del PNV, Bildu, y los partidos nacionalistas catalanes.

No es la primera vez que el club rojiblanco muestra su afinidad por el nacionalismo vasco, una relación que se ha prolongado, con momentos de más o menos intensidad, a lo largo de los 120 años de historia del Athletic Club.

En su propia web, el Athletic incluye entre sus valores "el orgullo por lo propio, reflejado en su máxima expresión con su política de cantera, se convierte en un componente de unión por encima de cualquier otro aspecto de discrepancia en la vida diaria y marca la diferencia con cualquier otra filosofía o manera de entender el balompié en todo el mundo". 

Además define lo que se conoce como la filosofía del club, una política de fichajes que lo diferencia del resto de equipos del mundo: "Nuestra filosofía deportiva se rige por el principio que determina que pueden jugar en sus filas los jugadores que se han hecho en la propia cantera y los formados en clubes de Euskal Herria, que engloba a las siguientes demarcaciones territoriales: Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Nafarroa, Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Behera, así como, por supuesto, los jugadores y jugadoras que hayan nacido en alguna de ellas".

Así pues, el Athletic asume la existencia de Euskal Herria, el territorio en el que habita la nación vasca según el nacionalismo vasco.

El primer lendakari, José Antonio Aguirre, del PNV, jugó 46 partidos con el Athletic Club, camiseta que defendió a comienzos de los años 20. En el club rojiblanco compartió vestuario con el mítico Pichichi. Su trayectoria política coincidió con una etapa en la que el Athletic, que ya por entonces alineaba solamente jugadores vascos, tuvo un gran éxito deportivo, ganando 4 Ligas y 4 Copas durante los años 30, lo que le convirtió en el equipo más laureado de España antes de la Guerra Civil.

El primer lendakari, José Antonio Aguirre, del PNV, había sido jugador del club

En el año 1937, ya comenzada la Guerra Civil, el gobierno del lendakari Aguirre publicó un anuncio en la prensa en el que se convocaba a "aquellos jugadores que se sintieran titulares del Athletic Club". A la convocatoria, además de muchos jugadores rojiblancos, acudieron jugadores vascos de otros equipos, como Isidro Lángara, del Oviedo, que era el mejor goleador español del momento, o Luis Regueiro, la estrella del Madrid. Aquel equipo acabó convirtiéndose en la Selección vasca, el Euzkadi, que hizo una gira por Europa y después por América, llegando a participar en la Liga Mexicana.

Después de la Guerra, el nacionalismo vasco tuvo que esconder su actividad, y camuflarla, y el Athletic fue parte de ese proceso. En 1940, el Gobierno publica un decreto en el que obliga a los clubes a castellanizar sus nombres, por lo que el club se convierte en el Atlético de Bilbao. Como se hizo con otros símbolos de la cultura vasca, como la pelota, la peculiar política de fichajes del Athletic se asimiló como un símbolo de la cultura española, por ser el único club que jugaba 'sin extranjeros'.

Una vez muerto Franco, el nacionalismo vasco volvió al primer plano político, y el 5 de diciembre de 1976 se produjo uno de los momentos más simbólicos de la historia del nacionalismo vasco. Se celebraba en Atocha, en San Sebastián, el derbi que enfrentaba al Athletic con la Real Sociedad. Y en el momento de saltar al campo, los capitanes de ambos clubes, José Ángel Iribar e Inaxio Kortabarria, lo hicieron sosteniendo una ikurriña, bandera que en aquel momento aún era ilegal.

El propio Iribar, que había defendido la camiseta de la Selección española en 49 ocasiones, fue uno de los fundadores de la Mesa Nacional de Herri Batasuna, el brazo político de ETA, en octubre de 1978. 

En aquellos duros años de Transición y de los primeros 80, el Athletic se abstuvo de realizar gestos de condena a la actividad terrorista de ETA, que estaba en su momento más duro, con cientos de asesinatos al año. Mientras tanto, el club vivía uno de los mejores momentos de su historia futbolística, ganando dos ligas consecutivas con Javier Clemente en el banquillo.

José Ángel Iribar fue miembro de la primera Mesa Nacional de Herri Batasuna

El 30 de diciembre de 1985 se produjo un hecho que obligó al Athletic a posicionarse en el tema del terrorismo. ETA militar secuestró al directivo del club Juan Pedro Guzmán. El club hizo público un comunicado de condena del secuestro, y ex futbolistas históricos y vinculados al nacionalismo, como el propio Clemente, entonces entrenador, Iribar y Piru Gaínza, exigieron su liberación en una rueda de prensa.

En el año 1994, accedió a la presidencia del club José María Arrate, militante del PNV. Durante su mandato, se llevó a cabo una política de fichar a los mejores futbolistas vascos, que trajo jugadores como Urzaiz, Joseba Etxeberria, Roberto Ríos o Bittor Alkiza. Así explicaba Arrate la decisión de que el Athletic no guardara minutos de silencio ni portara brazaletes negros por los asesinatos de ETA: "Expresamente esta Junta Directiva ha decidido no manifestar la repudia que siente ante la violencia en un campo de fútbol porque entendemos que no es foro adecuado para hacerlo. Su presidente, que soy yo, y la Junta Directiva que presido hemos rechazado y condenado en muchas ocasiones cualquier tipo de violencia o atentado. Quisiéramos preservar al Athletic de esta situación porque es creo yo, el único espacio de paz y concordia que tienen en estos momentos la sociedad vasca, y estamos muy necesitados de ellos".

Bixente Lizarazu hizo público que ETA le había amenazado, reclamándole el pago del 'impuesto revolucionario'

Precisamente, uno de los fichajes estrella de Arrate, Bixente Lizarazu, el primer francés en jugar en el Athletic, sufrió en sus carnes el acoso de la banda terrorista ETA, como explicó él mismo en su autobiografía: "En el País Vasco, todas las mañanas inspeccionan mi coche, miran debajo, lo arrancan. En los aeropuertos, tomo entradas desconocidas, reservadas a los jefes de Estado. Estoy triste, decepcionado y asqueado. Tengo la impresión de ser manipulado. Estoy en una trampa". El futbolista había recibido una carta en la que ETA le extorsionaba para que pagara el mal llamado 'impuesto revolucionario':  "Sentimos inquietud y cólera pues has defendido los colores de un Estado enemigo... Has sido pagado con creces para llevar la camiseta de un Estado opresor con el dinero robado a los vascos y al pueblo vasco. Habida cuenta de los emolumentos recibidos del enemigo, ETA se dirige a ti. Una falta de respuesta entrañaría una respuesta contra ti y contra tus bienes". 

En marzo de 2008 se produjo un hecho histórico para el Athletic Club: Por primera vez se guardó un minuto de silencio por un atentado de ETA. El concejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco, había sido asesinado pocos días antes de las elecciones generales de 2008. El club, en consonancia con la evolución de la sociedad vasca, decidió que se celebrara un minuto de silencio, pero fue boicoteado por la parte más radical del público que, con sus abucheos, provocó que el 'minuto' durara solamente ocho segundos

Ahora, diez años después, el Athletic ha decidido apoyar institucionalmente el 'derecho a decidir de Euskal Herria', dando visibilidad a una movilización apoyada por el PNV y Bildu. 

Cabe recordar que el Athletic es el equipo de España que más porcentaje de apoyos recibe en su propia provincia. La última vez que el CIS preguntó sobre las aficiones de fútbol en España, el 84% de los vizcaínos se declaraba seguidor del Athletic Club, muy por delante del 76% de guipuzcoanos que se declara de la Real, el 77% de los barceloneses que se declara culé, o el 62% de los madrileños que se declara madridista. Una representatividad de toda la sociedad vizcaína que no siempre se aprecia en las actitudes del club.

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