1 de cada 3 familias españolas no puede permitirse irse de vacaciones

Al tercio de las familias que no pueden irse ni una semana de vacaciones escala hasta el 62,4 por ciento si hablamos de familias en situación de pobreza

Carmen LabayenAna Palacios

Publicado el - Actualizado

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Julio y agosto son los meses que la mayoría de las familias aprovechan para hacer algún desplazamiento y pasar unos cuantos días fuera de casa haciendo un parón vacacional, que es para muchos uno de los momentos más dulces del año. Sin embargo, no todas las familias se lo pueden permitir. De hecho, el 33,5 por ciento de los hogares españoles no se pueden permitir ni una sola semana fuera de casa, según refleja la Encuesta de Condiciones de Vida de 2022.

Al tercio de las familias que no pueden irse ni una semana de vacaciones escala hasta el 62,4 por ciento si hablamos de familias en situación de pobreza, y, en el caso de las familias numerosas, se sitúa en el 44,5 por ciento.

El verano de los que no tienen vacaciones

Rosa tiene 50 años y 8 hijos, la pequeña de 11 y el mayor de 24 años. Ella es ama de casa y su marido trabaja en un colegio. Lleva 10 años intentando irse de vacaciones, pero, de momento, ha sido imposible: “he intentado veranear, ir al norte, ir a la montaña, hacer senderismo, actividades que no cuesten dinero. Pero por una casa para 10 personas por una semana te piden más de 1.000 euros, con eso doy de comer a mis hijos”. A esto hay que añadir el coste de la gasolina y otros asociados al traslado que no puede asumir.

Tienen la suerte de vivir en una urbanización con piscina, y esto les salva mucho el verano: “pero, aunque tengas piscina, tienes que pensar en otros planes”, nos cuenta Rosa que ella ha convertido las tareas de casa en una competición: “va por puntos, hacer los baños, la cocina, incluso pongo puntos a los que leen libros. El que más puntos tiene, le compro algo en el supermercado”. Además, incentiva mucho los juegos de mesa y el tiempo en familia para que el día se les haga más ameno.

Los planes fuera de casa se hacen a última hora de la tarde, cuando ya no hace tanto calor. Salen a dar un paseo e incluso hacen alguna excursión. Les encanta. Todo cosas muy económicas: “tiene que ser gratis. Nos vamos a la sierra con un bocata y patatas fritas. Al principio te pueden mirar mal, pero luego son muy felices, están en la sombra, ven vacas, pasan el día fuera”.

Sus hijos, muchos aún adolescentes, comprenden perfectamente la situación. Incluso buscan alternativas para hacer ellos planes baratos en verano: “este año varios de mis hijos se van de monitores de campamento, eso les sale gratis. Y los mayores se van a ir en bicicleta a la JMJ de Lisboa, dormirán en sacos, en casas de gente que abre sus puertas para las personas que van peregrinando”.

Las vacaciones, ¿son un lujo?

Muchos pueden llegar a pensar que tener una semana de vacaciones es un lujo del que se puede prescindir, pero lo cierto es que es un derecho recogido en el artículo 24 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y también en la Constitución Española. Forma parte también de los indicadores de pobreza y vulnerabilidad social.

Según Carlos Susias, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español EAPN-ES, que una familia no pueda tener ni siquiera esa semana de vacaciones es sinónimo de tensión y frustración: “sentir que permanece siempre en la misma situación. Algo que se agrava cuando hay niños y adolescentes. Todos necesitamos desconectar y más cuando ves que en tu entorno es lo que se está haciendo”.

4,6 millones de trabajadores españoles no van a poder permitirse unas vacaciones, según datos del Instituto Sindical Europeo, centro de investigación de la Confederación Europea de Sindicatos. Esto coloca a nuestro país como uno de los peores situados a nivel europeo: entre las grandes economías de la Unión solo Italia nos supera. Y la carestía de los precios afecta en mayor medida al poder adquisitivo de los hogares más vulnerables y en su posibilidad de organizar sus días de descanso.

“Aunque es verdad que hemos conseguido frenar algo la inflación, los niveles actuales de precios en relación con los salarios afecta a muchas familias, el 25 por ciento no llega a final de mes, y es difícil tomarse unas vacaciones en esa circunstancia”, afirma Susías.

Los menores los que más lo sufren

Imagina ser un niño, que todos tus compañeros se vayan de vacaciones y tú te quedes en el mismo sitio, sin cambios. Mucha gente cree que las vacaciones se pueden obviar, pero lo cierto es que cuando hay niños, es casi una necesidad poder salir. Los menores tienen que poder cambiar el chip y desconectar de la realidad de su día a día, vivir nuevas experiencias que les ayudan a crecer y aprender de ellas.

En 2022, el 34,6 por ciento de los niños y adolescentes españoles no pudieron salir de vacaciones, según la encuesta de condiciones de vida de Plataforma de Infancia. Uno de los pilares para medir que un niño está en riesgo de pobreza es que no puede salir de su ciudad para irse de vacaciones.

Aunque no se pueda salir, es fundamental que estos niños hagan planes distintos. Pueden participar en los campamentos urbanos: “para ellos esto ya supone hacer algo extraordinario. Tienen que ser campamentos que no sean únicamente para personas en situación de pobreza, sino abiertos a todo el mundo; pueden pedir una beca, porque es importante que se mezclen y se sientan como los demás”, señala Susías.

Lo cierto es que cada vez son más familias las que no se pueden permitir pagar estos campamentos urbanos. Según Caritas Madrid, este año han notado un aumento de hasta el 13 por ciento de participación en las colonias y campamentos de verano que organizan. Son campamentos que se realizan en las mismas ciudades en las que vive el menor, o durmiendo fuera de casa para disfrutar de distintos lugares, cómo Pontevedra o Almería. El objetivo es ofrecer a estos menores unas condiciones de ocio simulares a los que tienen otros niños de su edad.

¿Cuál es la solución a este grave problema?

Es un problema estructural. Es un problema difícil de solucionar, aunque ciertas medidas ayudan a mitigarlo, como son las ayudas mensuales a la crianza, apoyos a la familia, un salario mínimo digno y suficiente y las prestaciones de vivienda. Para Susías es fundamental porque: “una vez que la gente cuenta, con una seguridad para vivir, hace lo posible por tener unos días de descanso y llevar a los hijos a hacer algo extraordinario”.

Si se mantiene ese apoyo a las familias, a los pequeños empresarios, autónomos, si se garantizan empleos estables y retribuciones más dignas, podremos ver que, por primera vez en la historia, tras una crisis que empieza a bajar de verdad los umbrales de pobreza”, añade Susías que recuerda cómo con el escudo social desplegado en la pandemia evitó que un millón y medio más de personas entrasen en situación de pobreza.

En 2022 el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social disminuyó hasta el 26 por ciento desde el 27,8 por ciento de 2021, pero es una realidad que sigue afectando a 1 de cada 4 hogares en España. Además, y según refleja la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), el 7,7 por ciento de la población se encontraba en situación de carencia material y social severa, frente al 8,3 por ciento del año anterior.

Menor fue el descenso de quienes no llegan a fin de mes, el 8,7 por ciento de la población en 2022, una décima menos que en 2021. Y aumentó dos puntos el porcentaje de hogares sin capacidad para afrontar gastos imprevistos, que pasó del 33,4 por ciento en 2021 al 35,5 por ciento en 2022. También un aumento de casi un punto con respecto al año anterior el número de familias que no se pudo ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año.

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