Condenan a un padre por abusar de su hija autista gracias a los "dibujos" de la niña

Un hombre divorciado que aprovechó el régimen de visitas acordado con su exmujer para abusar de su hija de once años, que es autista, ha sido condenado a seis años de cárcel

Policía Nacional

Agencia EFE

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Un hombre divorciado que aprovechó el régimen de visitas acordado con su exmujer para abusar de su hija de once años, que es autista, ha sido condenado a seis años de cárcel tras un juicio en el que resultaron decisivos unos "dibujos" que la niña le hizo a su pedagoga.

Los jueces basan su condena en el testimonio de la terapeuta, a quien la menor reveló que su padre la hacía "estar triste", y en los dos "muñecos" que le pintó más tarde, uno de los cuales, el que representaba a su progenitor, tenía las manos sobre los genitales del segundo, que era "ella misma", un documento gráfico que el tribunal considera "demoledor y estremecedor".

En una sentencia fechada el 18 de mayo a la que ha tenido acceso Efe, la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Sevilla condena a Luis D.V. por un delito continuado de abusos sexuales sobre menor de edad con la agravante de cometerlo sobre una persona especialmente vulnerable y con prevalimiento por parentesco.

Además de imponerle la prisión y cinco años de libertad vigilada, el tribunal le prohíbe aproximarse a menos de 300 metros o comunicarse con su hija durante diez años y le quita la patria potestad durante siete.

También deberá indemnizar a la víctima con 50.000 euros, según consta en la sentencia facilitada por la oficina de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).

La Audiencia establece como probado que los abusos se produjeron entre el verano y octubre de 2016 y que el varón, de 41 años, se valió de su condición de progenitor de la menor, que padece un síndrome de autismo idiopático con trastorno del desarrollo y una minusvalía del 65 %.

Luis D.V. aprovechaba que la menor se quedaba con él, de acuerdo con el régimen establecido en la sentencia del divorcio, para acostarse en su cama, "desnudarla, manosear su zona genital" e "incitarla" a realizar otros actos sexuales, hechos que sucedieron "en más de dos ocasiones".

La niña sólo reveló lo ocurrido a su pedagoga, con quien tiene un "profundo y sólido vínculo", mientras "trabajaban sobre las emociones".

Esa confesión es "cuasi irrepetible ante terceros", en especial "en un contexto judicial que la puede cohibir más", debido al "personalísimo aislamiento en su propio mundo", según los jueces.

La niña lo contó "de modo espontáneo y casual" cuando la terapeuta le mostró una cara sonriente y otra triste y ella incluyó lo que "le hace hacer" su padre como algo "que le hace estar triste".

Más adelante hizo tres dibujos en los que había una cama, un "muñeco con pelo puntiagudo" con el que "identifica a su padre" y otra "figura con más pelo" que era "ella misma".

En la primera escena estaban ambos vestidos en la cama, pero en la siguiente ya aparecían "desnudas" las figuras y la niña pintó "de modo evidente" que las manos del padre estaban en su zona genital.

El tribunal considera que estos dibujos, "en su sencillez y pobreza", son "verdaderamente demoledores y estremecedores".

También hay una grabación en la que la niña, preguntada por la pedagoga, aclara la identidad de los muñecos "y qué pasa entre ellos, si es que los dibujos requerían de alguna aclaración sobre qué estaba pasando entre ambos muñecos".

La Sala reconoce que la valoración de las pruebas es "especialmente compleja" y elogia el "meritorio informe" de la defensa, que insistió en que la menor "no relató abuso alguno", algo con lo que está parcialmente de acuerdo "por la escasez de la narración", aunque matiza que su testimonio no fue preciso porque su autismo "hace del todo imposible" que lo fuese.