Franco y Hitler: una relación de desconfianzas, desplantes y favores interesados
La relación entre Francisco Franco y Adolf Hitler: una historia de mutuas desconfianzas, desplantes y favores completamente interesados
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Independiente que de lo que hicieron, no hay ninguna deuda de que Francisco Franco y Adolf Hitler, son dos de los personajes más relevantes, no sólo del siglo XX, sino de toda la historia. Dos personajes de los que se conoce mucho, pero sobre los que también hay numerosas sombras que, tal vez, jamás lleguen a ser iluminadas.
Muchos son también los estereotipos que sobre ellos existen, como el de la supuesta buena relación que ambos mantenían, por aquello de que los dos habían llegado al poder por la fuerza, saltándose todo orden democrático, eliminando libertades y derechos, o que ambos abrazaban el fascismo.
Franco y Hitler: desconfianzas, desplantes y favores interesados
Sin embargo, analizando la historia y los encuentros, o mejor dicho desencuentros entre ambos líderes, se llega a la conclusión de que nada de lo anterior es así. La relación entre Franco y Hitler era de todo menos idílica. De hecho, por no tenerse no se tenían ni aprecio, como quedó demostrado por las palabras, especialmente del alemán sobre el ‘Generalísimo’ tras algunos de sus encuentros.
Tras tres años de duras batallas, en abril de 1939, concluía la Guerra Civil española. Sólo seis meses después, Alemania invadía Polonia, siendo el germen de lo que sería la II Guerra Mundial. Con una España en ruinas y con escasez de alimentos, Franco se abonó a la neutralidad, a pesar de que tanto Alemania como Italia les habían ayudado para conseguir la victoria.
La postura del Caudillo no gustó a Hitler que esperaba contar con su alianza, sobre todo si tenemos en cuenta que el “Führer”, personalmente, tras escuchar a emisarios españoles, ordenó el envío al norte de África una veintena de aviones de transporte Junkers Ju 52 que, durante todo el verano del 36, se dedicaron a transportar a cientos de combatientes hasta la Península para luchar en el bando franquista.
Desde esos momentos, Hitler no perdía ocasión para, dentro de su círculo más cercano e íntimo, criticar a Franco, a quien consideraba una persona sin la personalidad suficiente para liderar España y, mucho menos, para unificar las numerosas ideologías que habían surgido en nuestro país tras la Guerra Civil. De hecho, el líder nazi veía muy probable el estallido de una segunda Guerra Civil ante la incapacidad del ‘Generalísimo’.
Al “Führer” tampoco le gustaba los “amaneramientos de la realeza” que, según él, había asimilado Franco, tras llegar al poder. Entre otras cosas, criticaba que siempre fuese rodeado en sus actos públicos por la denominada “Guardia Mora”.
A pesar de estos recelos, que parecían que eran mutuos, ninguno de los dos líderes desaprovecharon toda ayuda que pudieron obtener el uno del otro. Así, podemos destacar detalles como el envío por parte de Alemania de la conocida como Legión Cóndor, que fue la encargada, entre otras cosas, del bombardeo sobre Guernica; o de la División Azul española que luchó, junto a los nazis, en la Segunda Guerra Mundial, al frente de la cual estaba el General Muñoz Grandes, el cual llegó a ser condecorado por Hitler con la ‘Cruz de Hierro con Hojas de roble y brillantes’, por los servicios que estaba prestando al Tercer Reich y quien consideraba el líder que España necesitaba para controlar la situación que se había generado tras el fin de la guerra.
Todas las colaboraciones que Hitler tuvo con Franco, fueron entendidas por el primero como claves en la victoria del ‘Caudillo’, otro motivo más por el que los recelos del nazi eran cada vez más grandes al comprobar como el nuevo régimen de España se ponía casi de lado durante toda la segunda contienda mundial.
Hendaya: el primer y último cara a cara de Franco y Hitler
Sin embargo, el momento clave en el que, según todos los estudiosos, el “Führer” sentenció su relación con Franco y con España, fue el 23 de octubre de 1940, durante la entrevista que ambos líderes mantuvieron en la estación de trenes de Hendaya. Fue la primera y única vez que ambos se vieron la cara y se pudieron mirar a los ojos.
Hitler buscaba el apoyo de España para que se incorporase a los países del Eje, Alemania e Italia, en la II Guerra Mundial, y dejase su posición beligerante, sin embargo, el resultado no fue el esperado. Las exigencias de Franco ante una hipotética entrada española en el conflicto mundial fueron consideradas como desmedidas por el líder nazi. El ‘Caudillo’ exigió como contraprestación la devolución de Gibraltar, la cesión del Marruecos francés, una parte de la Argelia francesa y el Camerún francés, además de armamento, alimentos y petróleo.
Tras varias horas de tiras y aflojas, el líder nazi se marchó sin conseguir la adhesión de Franco a los países del eje y exasperado por la postura y opiniones del dictador español y asegurando a sus asesores que “«Con estos tipos no hay nada que hacer». Tan mala fue la impresión que se llevó el germano que llegó a afirmar a Benito Mussolini, el dictador fascista italiano, que “antes que volver a pasar por eso, prefiero que me saquen tres o cuatro muelas”.
Todo esto se resume perfectamente en unas palabras de Joseph Goebbels, quien fue uno de los hombres fuertes de Hitler, así como ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich. Goebbels escribió en su diario: “El Fuhrer no tiene buena opinión de España y de Franco. Mucho ruido y pocas nueces. Nada sólido. En cualquier caso, no están en absoluto preparados para la guerra. Son hidalgos de un imperio que ya no existe”.
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