¿Gestionas bien los fastidios del día a día? Tolerar la frustración y la autorregulación emocional son claves

Según un informe, al 76% lo que más le molesta es olvidarse la cartera, las llaves o el móvil en casa; al 68% que se te borre todo el trabajo de horas

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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Olvidarte el móvil en casa es el principal fastidio cotidiano al que nos enfrentamos los españoles, seguido de que se te borre todo el trabajo de horas o de que la grúa se lleve tu coche por mal estacionamiento, según la plataforma Ipsos Digital. Son situaciones que contrarían a más de 6 de cada 10 personas y que no todos gestionamos igual. Lo llevan peor quienes no aprendieron habilidades emocionales en la infancia y las personas a las que les gusta tenerlo todo bajo control.

En concreto y, según este informe, al 76 % lo que más le molesta es olvidarse la cartera, las llaves o el móvil en casa; al 68 % que se te borre todo el trabajo de horas. El 61 % señala que la grúa se lleve tu coche por mal estacionamiento, por encima incluso de una discusión matutina con tu pareja que supone una fastidio para el 58 %. No son las únicas cosas que pueden sacarnos de quicio y para el 56 % lo más fastidiado es que se te estropee la caldera antes de ir al trabajo seguido de las repetidas llamadas de las comercializadoras telefónicas.

Otros asuntos que pueden contribuir a amargarnos el día o al menos una parte de él es un broncazo del jefe o pequeños incidentes en la cocina como que se te queme la cena. El hecho de que no suene el despertador a pesar de que tenías una reunión a primera hora o que tu hijo se sienta mal al despertar y haya que buscar alternativas antes de ir al trabajo también son motivo de contrariedad para muchos.

Completan la lista de fatalidades cotidianas: ir de compras y encontrarte con una cola interminable (32 %); una reunión de trabajo de última hora por lo que necesitas cancelar tus planes (29 %) que fastidia al 29; una inesperada conversación de horas de la que no te puedes escapar y no te interesa nada (27 %); que no te aprueben las vacaciones elegidas (26 %) y un diluvio universal con la ropa tendida (21 %).

Otras de las contrariedades más reseñadas, discutir con un compañero de trabajo al que aprecias, ir a lavarte el pelo y que no quede champú o levantarte y que no quede café. También nos fastidia estrenar un jersey y que se te caiga la bebida encima; comprobar que te falta el ingrediente estrella de una receta; una rabieta de tu hijo a las 8:30 horas camino del colegio; que pierda tu equipo favorito; ser el último que sale del trabajo; que nadie apruebe tu fantástica idea en el trabajo o llegar a tu casa y encontrarte con una fiesta de tu hijo.

Hay ciertas actitudes y personalidades que soportan peor estos imprevistos diarios que pueden desde costarnos dinero en el caso de una multa, por ejemplo, a obligarnos a prolongar nuestra jornada laboral en caso de no haber salvaguardado nuestro trabajo. Una óptima gestión de estas situaciones inoportunas, molestas y, a veces, incluso insufribles se aprende desde la infancia, según explica a COPE la psicóloga Isabel Aranda.

- Tolerancia a la frustración: necesitamos desde niños saber que no todo tiene por qué salir a la primera como yo quiero.

- Resiliencia: aprender de las situaciones difíciles.

- La gestión de las emociones: comprender cómo nos sentimos y saber autorregularnos.

- Relativizar: poner la situación en su contexto y comprender su importancia real. Ver lo que está en nuestra mano y lo que no.

Y hay ciertas formas de ser o perfiles psicológicos más propensos a reacciones menos óptimas ante este tipo de imprevistos, como una frustración desproporcionada, ver el día o incluso su semana arruinada por un acontecimiento de este tipo e incluso el recurso la violencia y según, Aranda, "estamos fallando en el aprendizaje en la infancia de estas habilidades de forma que esa labor en algunos casos la hacemos ya de adultos y en terapia porque los psicólogos tampoco tenemos un rol en los colegios para enseñar estas cosas".

"Hay personas que necesitan tener un control sobre las cosas y si no lo tienen, pues lo viven peor y claramente a estas personas les cuesta mucho más superar estos acontecimientos inoportunos y molestos, aunque como las demás también aprendan de esas situaciones fastidiosas", subraya Aranda.

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