Perlora, de destino de ensueño asturiano durante los años 60 a convertirse en un pueblo fantasma
En el concejo asturiano de Carreño, frente al mar Cantábrico y a tan solo 15 kilómetros de Gijón, se esconde este complejo vacacional que tuvo gran éxito durante los años 60 y 70
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No es raro viajar por Asturias y encontrarse una pequeña casa escondida entre dos montañas. Pequeños concejos, unos cerca de otros, pero unidos por carreteras estrechas y zigzagueantes. Es lo que muchos llaman la magia del norte. Coger el coche y circular sin rumbo fijo para perderse. Eso sí, al final siempre encontrarse. Lo que no muchos saben es que Asturias esconde muchos secretos y uno de ellos es la ciudad residencial de Perlora. Una pequeña joya que brilló con todo su esplendor en los años 60 y 70, hasta que terminó abandonada a partir de los 80. Desde entonces, no es más que un pequeño pueblo fantasma que cada año visitan miles de curiosos y turistas.
Perlora, la ciudad de vacaciones de ensueño en la costa asturiana
En el concejo asturiano de Carreño, frente al mar Cantábrico y a tan solo 15 kilómetros de Gijón, la ciudad de vacaciones de Perlora comenzó a construirse en el año 1954 durante la etapa franquista. Al comienzo fue concebida como una ciudad sindical a la que podrían ir los trabajadores de la organización 'Educación y Descanso' para descansar.
Considerado una ciudad jardín, caracterizada por sus casi 300 construcciones dispuestas de forma aleatoria, sin vallas que separaran unas viviendas de otras y completamente diferentes, el complejo era un gran espacio verde que permitía a los visitantes vacacionales desconectar de sus respectivos puestos de trabajo.
Entre los años 60 y 80, lo que comenzó siendo una pequeña ciudad de vacaciones para los trabajadores terminó convirtiéndose en un destino de ensueño para muchos españoles. Fue así como durante los meses de verano, las familias de trabajadores de empresas públicas de la minera y la siderurgia de todo el país, principalmente, tenían derecho a acudir a Perlora.
Durante la época dorada, aquel complejo podía acoger hasta a dos mil visitantes en turnos de hasta quince días. Los trabajadores tenían todo lo que necesitaban dentro del complejo, desde varios comedores, una iglesia polideportivo e incluso tiendas.
No obstante, y pese a estar en todo su esplendor, en el año 1982 el Estado le otorgó la total administración de Perlora al Principado de Asturias, responsable de su gestión hasta 2006, cuando finalmente cesó todas sus actividades vacacionales. Desde su cesión, las instalaciones se fueron abandonando y ante el intento del Principado por privatizar el complejo, los trabajadores se opusieron.
Si bien es cierto que aún es posible visitar la ciudad y acceder al complejo, las instalaciones están completamente abandonadas. Pese a los intentos del Gobierno regional por mantenerlo, en muchos casos no es suficiente y lo que una ciudad de vacaciones de referencia, se ha terminado convirtiendo en un pueblo fantasma.
¿Podría Perlora recuperar todo su esplendor?
Si bien hay quienes creen que la ciudad jamás podrá volver a recuperar todo su esplendor por su claro vínculo con el franquismo, lo que está claro es que aún podría haber esperanzas para hacer que Perlora renaciera de sus cenizas. El hijo de Alberto Cortina y Alicia Koplowitz, Pelayo Cortina, y su empresa 'Sunny Resorts' dedicada a los campings podría ser uno de los muchos candidatos para tratar de salvar el complejo.
No es el único gran interesado y, además, hay quienes han pedido en reiteradas ocasiones al Principado que se hagan inyecciones de dinero para su rehabilitación y puesta en funcionamiento de nuevo. No obstante, el año pasado ya el Gobierno regional rechazó la posibilidad de usar fondos europeos (con motivo de la covid-19) para rehabilitación y recuperación económica de Perlora.
No obstante, advirtieron, está evaluando todos los proyectos que planteen una opción a futuro para el enclave. Podría significar esto, por lo tanto, que hay posibilidades de que esta ciudad de vacaciones asturiana pudiera recuperar algún día todo su esplendor.
Hasta entonces, lamentablemente, continuará siendo un pueblo fantasma con vistas al Cantábrico del que disfrutar en una de las mejores ubicaciones de nuestro país.