El verdadero motivo por el que los egipcios pintaban de perfil y por qué no lo hacían de frente

La importancia de cada parte sería el aspecto clave de las pinturas egipcias

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Una de las características más comunes del arte egipcio es que todas sus figuras suelen compartir la misma postura: la cabeza, los brazos y las piernas están de perfi, mientras que los ojos y el cuerpo siempre se encuentran de frente. Pero, ¿cuál es el motivo?

"Sabían pintar y sabían esculpir, y por supuesto sabían pintar de frente, sin embargo, elegían no hacerlo", afirma Rosa Pujol, presidenta de la Asociación Española de Egiptología, en un reportaje para el Confidencial. Ahora bien, ¿a qué se debe entonces esta extraña forma de dibujar?

Hace mucho tiempo varios expertos pensaban que esto se debía a que los egipcios desconocían el uso de las sombras, pero por su forma de maquillar a las esfinges y perfilar las narices o los ojos, esta teoría quedó totalmente descartada.

Otra teoría apuntaba a que de perfil siempre se marcan mejor los rasgos, lo que no tiene nada que ver con la estétifca, sino con la eternidad. Rosa Pujol, sin embargo, no estaba totalmente de acuerdo. Según ella, "preservaban todos los órganos cuando se momificaban", por lo que se trata más de la perspectiva.

Ya desde el Renacimiento se utilizaba el punto de fuga, que obliga a que si hay que colocar dos objetos, el segundo siempre irá detrás. Pero los egipcios no la empleaban. Es por ello que el tamaño tenía que ver con la importancia.

De acuerdo con esta teoría, el pecho se mostraba siempre de perfil para poder diferenciar entre un hombre y una mujer, el ojo es lo que más define al rostro, al igual que las manos, que siempre enseñaban primero su dedo pulgar. De esta manera, el espectador podía ver todas las características.

Akenatón, punto de inflexión

Los egipcios, además de pintar sus figuras siempre de perfil, se acostumbraron a representar en sus cuadros actividades cotidianas no solo por la estética, también porque muy pocas personas conseguían alcanzar una determinada edad.

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Fue con el faraón Akenatón con quien se revolucionó el arte. A él no se le representaba bello, al contrario, se mostraba su barriga y su cara de una manera extraña, por lo que la idealización desaparece. Las posturas no eran tan rígidas ya que, por ejemplo, alguna vez se le pintó comiendo, algo que nunca había ocurrido con nadie.

Gracias a él y a la revolución que causó se demuestra que, una civilización que existió durante casi 3.000 años, el objetivo era el mismo, el no ser olvidado.