El camino de Putin de espía de la KGB hasta la Presidencia de Rusia: corrupción, manipulación y represión

El ex presidente de Rusia, Boris Yeltsin, fue clave en el ascenso político de Vladímir Putin hasta llegar al Kremlin

El camino de Putin de espía de la KGB hasta la Presidencia de Rusia: corrupción, manipulación y represión

Sergio Muñoz González

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Si alguien dice que un país europeo está invadiendo otro país del continente utilizando la fuerza como único recurso sin importar las muertes que provoque, probablemente nadie se habría imaginado que esto estaría sucediendo en el año 2022. La invasión de Rusia a Ucrania ha roto la estabilidad internacional, una paz que pendía de un hilo y que finalmente se ha roto. Vladímir Putin es la persona que ha cortado ese hilo y ha vuelto a reabrir tensiones que parecían superadas en el siglo XX.

El presidente ruso está en boca de todos. Sus métodos de control en su país han convertido a Vladímir Putin en una figura autoritaria a la que nadie desobedece y los que tratan de oponerse a él, acaban exiliados o mueren en situaciones sospechosas. La población rusa le teme y ahora está sembrando el miedo en Ucrania. Occidente mira de cerca los movimientos de Vladímir Putin con la incertidumbre que genera un líder que es capaz de todo y que sueña con que Rusia vuelva a tener influencia sobre los países que formaban la URSS. Sus comportamientos actuales son el reflejo de su juventud y de lo que aprendió durante el camino que tuvo que realizar hasta llegar al Kremlin, tanto su adiestramiento en la KGB como las prácticas que aprendió de sus influencias políticas.

Vladímir Putin tuvo una infancia difícil en Leningrado (actual San Petersburgo) en la que estuvo rodeado de pobreza en plena Unión Soviética. En su juventud fue un joven que abusaba del resto de niños y solo el deporte, concretamente el judo, consiguió que su vida no se basase en la delincuencia callejera. Su sueño de adolescente era convertirse en un espía importante como Stierlitz, el protagonista de la película ‘Diecisiete instantes de una primavera’ y que era como el James Bond de la URSS.

Con 23 años, dos años después del estreno de la película, se unió a la KGB soviética para trata de cumplir su sueño. Sin embargo, esto fue una frustración para él al ser destinado a Dresden, en Alemania del este, una ciudad tranquila que no suponía ningún desafío y se convirtió en un espía mediocre. En esta etapa en la KGB fue enseñado a manipular, mentir y reprimir, unas destrezas que aplica a la hora de liderar Rusia en la actualidad.

El camino de Putin de espía de la KGB hasta la Presidencia de Rusia: corrupción, manipulación y represión

Durante esta etapa, llegó otro duro golpe para Vladímir Putin. El colapso de la Unión Soviética fue muy impactante para él no solo por ideología, también significó la pérdida de su trabajo. Volvió a su ciudad, la actual San Petersburgo, sin trabajo y sin saber qué sería de él y de su familia. Se encontró una ciudad con unas condiciones de vida muy malas y mucha delincuencia.

Sus primeros pasos en la política, rodeados de corrupción

Para tratar de encontrar un trabajo, Vladímir Putin comenzó a acercarse a las personas relevantes de Rusia y se convirtió en una persona muy cercana a Anatoly Sobchack, el primer alcalde elegido democráticamente en San Petersburgo. Este político tenía fama de corrupto y la misión de Putin era protegerle de problemas, es decir, era el que daba la cara para defender los escándalos de Sobchack. Tenía toda la confianza del alcalde por su lealtad y gran trabajo desde la sombra para blanquear la corrupción, aunque el actual presidente de Rusia siempre ha negado la corrupción cuando desempeñaba ese puesto.

Poco a poco fue ganando protagonismo en las relaciones exteriores de San Petersburgo y se empezó a codear con grandes personalidades de Occidente debido a que tenía toda la confianza de Sobchack por su lealtad y gran trabajo desde la sombra. Todo esto cambió en 1996 cuando el alcalde de San Petersburgo perdió las elecciones, despareció toda su influencia y se quedó sin trabajo. Esto hizo que se forjase en Putin un pensamiento de que no se podía dejar a la gente que decida si continúa en su puesto, ya que estos podían hacer que perdiese todo. Durante todo su mandato como presidente, se puede ver cómo aplica esta lección aprendida, al deshacerse de sus adversarios políticos y reformando la legislación para que la población no elija presidente y prácticamente no tengan opciones de cesarle. Su última reforma constitucional garantizaría su liderazgo hasta 2036, pese a que la Constitución rusa solo permite dos mandatos.

El acercamiento a Yeltsin, clave para su llegada al Kremlin

Sin trabajo de nuevo y sin influencia, tenía que seguir manteniendo a su familia. Por esto aceptó un puesto en el Departamento Legal de la Administración del Presidente en Moscú. De esta manera, empezó a trabajar a las órdenes del líder ruso Boris Yeltsin, una persona polémica por su imagen y la crisis económica que vivía el país. Esta mala situación que atravesaba Rusia hizo que la sociedad y el propio núcleo político demandasen un líder fuerte que sacase de la crisis a la nación. La situación en Rusia era insostenible y hasta el propio Yelstin reflexionó sobre quien era la persona más adecuada para presidir Rusia.

El camino de Putin de espía de la KGB hasta la Presidencia de Rusia: corrupción, manipulación y represión

Putin llegó a Moscú como un funcionario de perfil medio-bajo que no tenía especial relevancia, pero poco a poco fue ganando fama y su reputación aumentó rápido. Al año de estar en el cargo, se convirtió en el director del FSB, las fuerzas especiales rusas. Durante todos esos años, los líderes de la mafia tenían mucha influencia en la política y la esperanza era que acabase con la corrupción dentro del FSB ruso, pero desde sus días como mano derecha del alcalde de San Petersburgo, Anatoly Sobchak, Putin defendía que los funcionarios debían cobrar una comisión por los tratos de la mafia, es decir, un soborno. Esta práctica corrupta por parte de los superiores fue denunciada por Alexander Litvinenko, quien fue expulsado de las fuerzas especiales y acabó siendo asesinado por un sospechoso envenenamiento, otro opositor que salió mal parado por extrañas circunstancias.

Yeltsin estaba acabado como presidente de Rusia y se empezó un proceso para exigir la dimisión del presidente de Rusia en ese momento. El único apoyo que tenía Yeltsin era Putin y para evitar que fuese cesado filtraron un video polémico de la vida privada del fiscal general a cargo de la resolución para paralizar el proceso. En esta estrategia tuvo una gran relevancia Putin y tras el éxito, se convirtió en una de las personas de confianza del presidente ruso. En ese momento, Yeltsin nombró a Putin primer ministro y comenzó a verle como su relevó como presidente, un ascenso meteórico que la gente cercana a Yeltsin pensaba que no iba a tener éxito.

Vladímir Putin era un desconocido, por lo que la campaña electoral se basó en averiguar cómo sería para la población rusa el presidente ideal para moldear su imagen. Prácticamente nadie sabía quién era Putin, pero la segunda guerra de Chechenia lo cambió todo. En 1999 explotó una bomba en Moscú y días después estalló otra en otro edificio. El miedo se apoderó de la sociedad moscovita. Las autoridades atribuyeron los atentados a activistas chechenos por la rivalidad con ese territorio tras la primera guerra de Chechenia e hizo que se viese a estos como el enemigo.

Hubo un tercer intento, pero un vecino alertó a la policía y detuvieron a los tres causantes, que se identificaron como agentes de la FSB. La versión oficial del gobierno ruso fue justificar la instalación de una bomba en un edificio como un ejercicio de las fuerzas especiales. Este suceso hizo que surgieran teorías que aseguraban que fueron las propias fuerzas especiales rusas las que provocaron los atentados para culpar a los chechenos y justificar la invasión de Chechenia, por la gran rivalidad que existía, aunque el FSB negó su implicación y no se demostró quién fue el autor del atentado.

El camino de Putin de espía de la KGB hasta la Presidencia de Rusia: corrupción, manipulación y represión

Dos semanas después de esos atentados, la invasión comenzó y empezó la segunda guerra de Chechenia. El único objetivo era recuperar el honor de Rusia y no importaban las vidas. Putin hablaba de liquidar a esos supuestos culpables en la guerra y esa contundencia hizo que su popularidad creciese y su nombre comenzara a hacerse un hueco como el defensor del país, el salvador de Rusia.

Mientras tanto, en el Kremlin se produjo un movimiento inesperado. Yeltsin anunció su dimisión el 31 de diciembre de 1999 y tal y como reflejaba la Constitución rusa, Vladímir Putin como primer ministro pasó a ser presidente interino. Posteriormente, en las elecciones del año 2000, Putin se convirtió en presidente de Rusia. La guerra continuó, pero los atentados pasaron a un segundo plano y la etapa de Putin al frente de Rusia comenzó. Su mandato se mantiene hasta la actualidad y parece que no tiene pensado dejar de liderar Rusia.

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