¿Cómo se forman los huracanes?

El huracán Ida ha llegado a la costa de Nueva Orleans y ha dejado los estragos propios de una tormenta de este calibre, pero, ¿cómo llegan a formarse?

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Las tormentas siempre generan más de un problema cuando llegan a nuestro día a día, pero en concreto, los huracanes que emergen de las profundidades del océano, acaban convirtiéndose en auténticas pesadillas para los ciudadanos de las costas, y en especial, de las norteamericanas.

En zonas como Nueva Orleans o Luisiana, la constante amenaza de que una tormenta de este tipo emerja por estas costas, se convierte en un fiel compañero de todos los habitantes de estas zonas. En estos últimos días, el caos provocado por estos huracanes ha generado una enorme cantidad de destrozos y de situaciones complejas para todos los habitantes de la zona. Casas derruidas, coches destrozados y árboles y vegetación arrancadas de cuajo... Pero, ¿cómo surgen estas tormentas?

Para formar un huracán se deben dar unas condiciones concretas. Solamente se dan en lugares en los que las corrientes de aire cálido se generan cerca de la superficie del océano. Lo ideal para que este tipo de fenómenos surja, es que el agua de los océanos o mares sea más cálida de lo habitual. Por ello, los lugares cercanos al ecuador, donde la humedad es lo suficientemente alta para facilitar este tipo de fenómenos.

Al juntarse estos ingredientes, y gracias a la humedad y a las diversas corrientes, las rachas de aire confluyen desde la superficie del mar creando enormes cantidades de aire que se mueve de manera circular generando enormes huracanes que aumentan de tamaño a medida que la fuerza del agua del mar y los movimientos en forma de viento van evolucionando en dirección a la costa.

Este aire cálido y húmedo sirve como combustible para estas corrientes de aire, que lejos de agotarse a medida que pasa el tiempo, crece y crece en intensidad al más puro estilo bola de nieve, hasta crear enormes acumulaciones de aire cálido en la superficie, pero frío a medida que se asciende por el torrente de aire.

Del mismo modo, a medida que este aire se aleja de la superficie, la presión también aumenta. Todo esto unido a los vientos que soplan en diferentes direcciones, termina generando remolinos de aire. La velocidad de las corrientes de aire evoluciona a gran ritmo por la rotación de La Tierra y la energía del agua caliente del océano. La tormenta va creciendo hasta alcanzar velocidades tan altas como los 120 kilómetros por hora, cadencia a la que estas tormentas se consideran huracanes.

En el caso del huracán Ida, sus vientos han llegado a alcanzar los 240 kilómetros por hora. De hecho, no se recuerdan datos tan altos en la costa de Luisiana desde el año 1850. En la tormenta de este 2021, una persona falleció por la caída de un árbol y se produjeron en torno a 200 llamadas de socorro, y la administración de Biden ha declarado el lugar como zona catastrófica.

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