De conflictivo a silencioso: así ha cambiado 'El Chicle' en estos dos últimos años

Así ha transformado la cárcel al asesino confeso de Diana Quer

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Lorena Fernández

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Es el tiempo que José Enrique Abuín lleva en prisión. Cuando entró en la cárcel coruñesa de Teixeiro en enero de 2018 se mostraba chulesco y mantenía una muy mala relación con otros presos. Ahora, 22 meses después, su actitud es totalmente radical. Ha optado por la técnica de intentar pasar desapercibido. Es lo que fuentes penitenciarias cuentan a COPE y que han tratado con él en estos casi dos años que 'El Chicle' lleva en la cárcel por el asesinato de Diana Quer.

Estas fuentes aseguran que estos dos años han hecho mella en el estado de José Enrique Abuín. Por un lado está el más evidente, el que salta a simple vista. Ha engordado bastante. Su imagen es muy diferente a esa complexión atlética que ofrecía cuando fue arrestado. Entonces era muy aficionado al running, deporte que practicaba con su familia. Pero no solo ha cogido peso. Al margen del aspecto que hoy veremos en el juicio -para el que ha pedido un peluquero- en este tiempo ha cambiado de actitud. Fuentes penitenciarias han contado a COPE que en su primera etapa en la cárcel de Teixeiro (La Coruña) y de A Lama (Pontevedra) justo cuando fue detenido era más desafiante. Y eso le trajo problemas porque además en ambos centros penitenciarios cumplen condena varios presos vinculados con 'Os Fanchos' el clan de narcotráfico al que pertenecía 'El Chicle'. En su día éstos le acusaron de haberles delatado tras ser detenidos en una operación policial contra el narcotráfico.

Esa misma actitud la mantuvo durante los primeros meses que pasó en la cárcel de Mansilla de las Mulas, en León, el tercer centro de su etapa carcelaria por el asesinato de Diana Quer. Pero allí al ser reconocido y con amenazas de por medio Abuín dio un giro. Estas mismas fuentes nos cuentan que se convirtió en silencioso, desconfiado y con la intención, siempre, de pasar desapercibido. Y eso ha llamado la atención entre los funcionarios cuando para el juicio ha regresado a la cárcel de Teixeiro de la que salió hace dos años. Su vida es monótona, abandona poco de la celda, solo para ir al economato a comprar algún producto, para llamar por teléfono o para ir al patio dos horas al día. A veces incluso prefiere no bajar. Y siempre, nos cuentan, con una actitud sumisa y reservada.

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