Se cumplen 5 años del primer caso de COVID en España

La coordinación sigue siendo uno de los retos pendientes

Carmen Labayen

Publicado el

6 min lectura

      
      
             
      

5 años después del primer caso de COVID en España, los sistemas de vigilancia y de control han mejorado y nos hemos concienciado de la necesidad de tener reservas estratégicas de material. Los retos siguen siendo la coordinación, el seguimiento, los pacientes con COVID persistente y el afrontar las secuelas para nuestra salud mental supusieron el confinamiento, la incertidumbre y la pérdida de muchos seres queridos sin poderles tan siquiera acompañar ni despedir.

Fue un turista alemán que estaba de vacaciones en la isla canaria de La Gomera y que se infectó en su país, a donde volvió unos días después el 13 de febrero, el mismo día en el que se produjo la primera muerte provocada por el SARS-COV2 en nuestro país. Seguirían más de 120.000 muertes y más de 10 millones de contagios, una experiencia que nos cambiaría para siempre.

“Tenemos una importante capacidad de resiliencia, es decir, de volver a levantarnos cuando nos tumban y también tenemos un cierto mecanismo de olvido que nos empuja a pensar que esto ya ha pasado y que no pasa nada. Al mismo tiempo, ha tenido claras consecuencias para la estabilidad de muchas personas afectando a nuestra salud tanto física como mental”, explica en COPE Antoni Trilla, jefe del servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona.

¿Qué hemos aprendido de la pandemia?

A juicio de Trilla, la mayor crisis sanitaria nos enseñó la importancia de “trabajar en equipo y de ser flexibles, además de reaccionar rápido. También hemos aprendido que la atención a los pacientes debe reforzarse y que la Salud Pública, que se preocupa de la epidemiología y de la vigilancia, muy importante para ir detectando lo que está pasando. Además, hemos visto que debemos evitar los confinamientos que, de volver a ser necesarios, deberán ser mucho más selectivos, durante el menor tiempo posible y en las mejores condiciones posibles”.

El mayor hito, recuerda, la producción en tiempo récord de las vacunas que limitaron el impacto de los casos graves de COVID y evitaron muertes y hospitalizaciones, también el acuerdo de los países de la Unión Europea para adquirir conjuntamente esas vacunas.

Otro avance tiene que ver con los tratamientos médicos más eficaces frente al COVID. En los meses críticos, método empleado en los hospitales fue el de ensayo y error: “al no saber qué era lo que funcionaba y qué no hubo muchos pacientes que recibieron fármacos que hoy no recomendaríamos. Todos recordamos la hidroxicloroquina, azitromicina y otros tratamientos que se consideró en un momento dado que podían funcionar”.

      
             
      

Considera que de la pandemia hemos sacado el uso de la mascarilla útil no solo para el COVID sino para otros virus estacionales como la gripe: “me gustaría pensar que ahora en nuestro país una persona que tiene síntomas o que es de riesgo la utiliza en espacios cerrados y en el transporte público para protegerse o proteger a los demás. Y aunque no llegamos al nivel de los países asiáticos, pero sí que se ven mascarillas y lo bueno es que a nadie le llama la atención”.

A juicio de Trilla, tras el drama que supuso no tener ni Equipos de Protección Individual (EPI), ni mascarillas FPP2 ni quirúrgicas en el inicio de la pandemia, hemos visto la necesidad de tener reservas estratégicas de material sanitario y de ser más autosuficientes en su producción en la Unión Europea.

Para Manuel Franco, experto en salud pública y epidemiología e investigador del Ikerbasque en BC3, el Centro Vasco para el Cambio Climático: “lo que hemos aprendido es la importancia de la colaboración, de la información y de los datos y de la monitorización y la vigilancia para saber qué infecciones estamos teniendo que ya sabemos distinguir”.

      
             
      

¿Estamos mejor preparados para afrontar una nueva pandemia?

Manuel Franco considera que nuestra preparación es bastante mejor que en 2020 y que, caso de una nueva pandemia, nos ayudarían las decisiones políticas, logísticas, producción de vacunas y vacunación adoptadas durante la emergencia del COVID y lo aprendido en cada uno de estos capítulos. Aun así y entre los retos pendientes sitúa la puesta en marcha de una Agencia Estatal de Salud Pública “tenemos que invertir más en Salud Pública para prevenir y proteger mejor a los ciudadanos. Una agencia puede costar 10 o 15 millones de euros anuales, pero es una inversión y, desde luego, mucho menos costoso que cerrar el país durante 2 semanas”.

Para Trilla, incorporar los sistemas más sofisticados para monitorizar los virus tanto de forma directa, secuenciándolos para saber sus nombres y apellidos como de forma indirecta por medio herramientas de vigilancia como las aguas residuales. También considera conveniente: “ir investigando nuevos antivirales para tener un catálogo de medicamentos y de diferentes moléculas que en un momento dado y de cara a una nueva crisis pudieran sernos útiles y probarse rápidamente”.

“Que habrá otras pandemias es seguro y en un futuro próximo ¿el motivo? Por toda una serie de causas como la globalización o la concentración de población en las grandes ciudades hacen más posible la aparición de enfermedades zoonóticas que son las que pasan de animales a personas, como ocurrió con el SARS-COV2. La repercusión volverá a ser sanitaria, laboral, social y económico enorme afectando en mayor medida a las personas más vulnerables ya sea por su edad o su salud” explica en COPE Rodrigo Abad, miembro del Grupo de Trabajo de Infecciones, Migrantes, Vacunas y Actividades Preventivas (IMVAP) de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) quien considera que deberíamos haber aprendido mucho más de la pandemia.

      

Para Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España: “una vez asumida nuestra vulnerabilidad, lo único que nos puede ayudar a afrontar retos iguales, similares o que nos puedan afectarnos de forma profunda en el futuro son medidas inteligentes y recursos económicos que permitan su puesta en marcha”. Considera imprescindible, además de esa inversión, reforzar la prevención y la promoción de la salud desde la escuela para que aprendamos todos a manejar situaciones extraordinarias.

Necesitamos más investigación sobre el covid persistente y sobre las respuestas inmunitarias a las infecciones naturales y a las vacunas. No debemos tampoco olvidar el desigual reparto de las vacunas, ni la desinformación y la mala gestión durante la pandemia que han sido responsables de las muertes de tantas personas como en una guerra mundial.

Coinciden en que la pandemia y el confinamiento nos cambiaron para siempre al afectar a la forma de movernos y de relacionarlos. Hoy valoramos más la importancia de vernos y de interactuar en persona y también nuestras casas, las terrazas y los espacios abiertos. Los meses encerrados en casa contribuyeron a la flexibilización del trabajo y la digitalización tanto en el sector público como el privado. El impacto para la salud mental especialmente en niños y adolescentes y en personas mayores, el efecto burnout en los sanitarios y el hecho de que aproximadamente 5 por ciento de los casos de COVID sean persistentes y su difícil abordaje cuestionan si verdaderamente salimos más fuertes como clamaba, en su momento, el lema gubernamental.

Temas relacionados