La enfermera de paliativos que lleva media vida cuidando hasta el final

Lleva 20 años acompañando a personas en el final de sus vidas

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La enfermera de cuidados paliativos que lleva media vida cuidando hasta el final

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Ana María Tordable lleva 20 años en el mundo de los cuidados paliativos, 18 de ellos como enfermera, cuidando y acompañando a personas en el final de sus vidas también a sus familias y tiene claro que “cuando ya no puedes curar lo que tienes que saber es acompañar”.

De ello depende asegura el “morir bien”, un proceso que, asegura, es posible culminar con éxito si en este trance se ponen las cartas sobre la mesa y si la persona tiene la atención familiar y profesional que necesita desde un punto de vista físico, emocional y espiritual.

La muerte subraya es el final de la vida y por eso Ana María considera que cada enfermo debe tener oportunidad de despedirse o cerrar los temas pendientes.

“Que el paciente pueda ser partícipe de su enfermedad, tomar decisiones de si quiere morir o no morir en casa, que sepa el tratamiento que se le va a dar y es que a veces reivindicamos terapias poco realistas por no sentarnos a hablar de la verdad y la verdad es que la vida se acaba para todos” señala Ana María.

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Constata que la despedida nunca es fácil tampoco profesionalmente pero explica a COPE que para ella ha sido gratificante durante los 18 años que ha estado ejerciendo como enfermera a domicilio con enfermos terminales, algo que inicialmente se planteó hacer durante 1 o 2 años hasta que los paliativos la engancharon definitivamente por el aprendizaje personal y profesional que suponen y se especializó.

Por su experiencia asegura que “los enemigos del ser humano ante la muerte son el miedo, la soledad y dejar temas pendientes” y “cuando se le acompaña, el paciente llega a aceptar que su vida se acaba, incluso pide perdón o da las gracias por la vida vivida, uno puede morir bien”.

Y es que en su dilatada experiencia Ana María ha vivido muchas situaciones. De una de ellas aprendió especialmente. Fue cuando su paciente terminal le dijo “vamos a abrir una botella de vino, pusieron 5 copas, para su mujer y sus dos hijos y otra para mí como enfermera y brindemos por lo que me ha regalado la vida”.

“Llegar en este contexto a formar parte de una familia en una situación tan personal como es la despedida es impresionante”, asegura.

Ahora a sus 55 años y desde la Sociedad Española de Cuidados Paliativos forma a otros profesionales y da charlas sobre el abordaje de la muerte. Considera que si la sensación final tanto del enfermo como de su familia es de tranquilidad es que ella ha hecho bien su trabajo.

Cuando ella misma tiene demasiada “mochila emocional” le gusta andar y su lugar favorito para hacerlo, el Camino de Santiago. Todo un bálsamo para seguir cuidando hasta el final.

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