Un estudio explica por qué los adolescentes no hacen caso a sus padres: la clave está en su cerebro
Un grupo de científicos de la Universidad de Stanford ha analizado durante varios años el cerebro de las personas a distintas edades con resultados asombrosos a partir de 13 años
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La adolescencia es una etapa complicada de la vida familiar, tanto para los niños como para los padres. Es común que haya conflictos, a menudo, provocados por el desacuerdo entre ambas partes. Uno de los signos más comunes de entrar en la adolescencia es que los niños dejan de hacer caso a sus padres. Pues bien, este comportamiento ha sido estudiado en la Universidad de Stanford y han dado con la explicación a por qué los adolescentes 'pasan' de sus padres.
"A los 13 años, los hijos e hijas adolescentes ya no encuentran gratificante la voz materna, y sintonizan más con voces que provienen de desconocidos", dice la principal conclusión del estudio, lo que significa que el cerebro de un adolescente deja de tener afinidad con la voz de sus progenitores.
Por qué los adolescentes 'pasan' de sus padres
Un grupo de científicos de la Universidad de Stanford, liderados por el profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento, Vinod Menon, ha analizado durante varios años el cerebro de las personas a distintas edades en el momento en el que se relacionan con sus progenitores y, a partir de los 13 años, hay un cambio que ha salido a la luz y ha llamado la atención de los expertos. En concreto, los participantes han sido sometidos a resonancias magnéticas funcionales mientras escuchaban la voz de distintas mujeres, entre ellas, la de su madre.
Los resultados apuntan que, mientras los niños más pequeños muestran una respuesta cerebral muy intensa al escuchar a su madre, a partir de los 13 años esto deja de ocurrir, es decir, cuando entramos en la adolescencia, la voz de nuestra madre ya no produce ciertas emociones, lo que explicaría la falta de atención a nuestros progenitores durante esta etapa de nuestra vida.
Menon asegura que la independencia de un niño tiene que estar "precipitada" por una "señal biológica" y precisamente eso es lo que han descubierto con este estudio: "esta es una señal que ayuda a los adolescentes a relacionarse con el mundo y formar conexiones que les permitan ser socialmente hábiles fuera de sus familias".
Además, los investigadores han dejado claro que, pese al descubrimiento, los adolescentes "no acaban de ser conscientes de lo que está haciendo". Esto supone que su conducta sea inconsciente en muchos casos a la hora de relacionarse con los demás, es normal que hagan nuevos amigos y quieran pasar tiempo con otros, además, "su mente es cada vez más sensible y se ve atraída por estas voces desconocidas". Este descubrimiento abre la puerta a nuevos estudios más profundos, que puedan determinar nuevos parámetros de nuestro cerebro y su relación con la adolescencia.