Reconstruyen el primer ataque de un tiburón a un humano hace 3.000 años

Los restos muestran que la víctima fue un cazador-recolector japonés que vivió hace tres milenios y que habría sido atacado mientras pescaba

Una imagen del fósil encontrado

David Ferreiro

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford, liderado por los profesores J. Alyssa White y Rick Schulting, han descubierto los restos óseos de la que, hasta la fecha, se considera la primera víctima del ataque de un tiburón. Los restos corresponden a un pescador japonés de hace 3.000 años, que habría sido atacado por el escualo en el mar interior de Seto.

Los resultados de la investigación, en la que se reconstruyó cómo fue el ataque de este animal, fueron publicados en el portal especializado Journal of Archaeological Science, donde se explica que el procedimiento a seguir para la recreación del suceso fue fruto de técnicas tanto forenses como arqueológicas.

Según lo recogido por los investigadores en el informe publicado en el citado portal, los restos habrían pertenecido a un hombre cazador-recolector prehistórico que según se precisó, habría fallecido entre los años 1370 y 1010 a.C.

El hallazgo fue inesperado en un primer momento, ya que en origen este grupo de científicos de la Universidad de Oxford se había desplazado hasta Kyoto para trabajar con los restos óseos de varios homínidos con evidencias de traumas violentos, cuando se toparon con los huesos del número 24, nombre bajo el que se habían registrado los restos.

La particularidad de este número 24, cuyos huesos habían sido hallados en un ancestral cementerio comunitario conocido como el Montículo de Conchas de Tsukumo, reside en que presentaba unas 790 heridas profundas y serradas, si no más, por lo que enseguida llamó la atención de los investigadores ante la falta de explicación aparente, aunque las primeras hipótesis apuntaban al ataque de un gran animal.

Ahora, después de realizar las pertinentes pruebas y análisis, han podido descartar que se tratase de uno de los depredadores habituales, así como de un ataque humano, sobre todo atendiendo a que las lesiones se concentraban en las zonas del pecho, el abdomen, las piernas y los brazos, por lo que para encontrar al culpable tuvieron que explorar nuevas opciones.

Fue en ese punto cuando se plantearon la posibilidad de que el ataque hubiera sido realizado por un tiburón, hipótesis que terminaron confirmando.

Para ello, el grupo de investigadores se puso en contacto con George Burgess, director emérito del Programa de Florida para la Investigación de Tiburones, para que les facilitara informes forenses para estudiar los patrones de ataque de estos animales.

Una vez recopilados todos los datos necesarios, se realizó un análisis 3D en el que se reconstruyó un mapa de las heridas que presentaban los huesos del hombre, con lo que se pudo profundizar en el caso, llegando a la conclusión de que había fallecido por el ataque de un tiburón, al comprobar que las heridas coincidían con las habituales en estos acontecimientos.

Atendiendo a este reconocimiento, los investigadores llegaron a la conclusión de que la víctima podría haber estado con vida en el momento del ataque, especialmente por el hecho de que su brazo izquierdo había sido cortado, lo que podría responder a una defensa del hombre en el momento del ataque.

Por otro lado, también les llamó la atención que faltaba, por completo, la pierna derecha, a lo que habría que sumarle que la izquierda había sido colocada de forma invertida en la tumba. Según los datos que han podido recopilar, se cree que el cuerpo fue recuperado poco tiempo después del ataque para, posteriormente, darle sepultura en un cementerio comunitario.

De esta manera, los científicos han concluído que posiblemente el hombre se encontrara pescando en compañía de más personas en el momento en el que se produjo el fatífico incidente.

Incluso se han atrevido a precisar que, teniendo en cuenta las heridas y el tamaño de las mismas, el pescador podría haber sido atacado por un tiburón blanco o por un tiburón tigre, aunque se desconoce si se lo encontró mientras pescaba o, por el contrario, el cazador-recolector estaba intentando capturar al escuálido.

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