Mascarillas transparentes para facilitar la vida de las personas sordas
Es un recurso que que facilita la expresividad facial de las personas y por lo tanto la comunicación. Ya hay diseños pendientes de homologarse
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El uso de mascarillas, algo que estamos normalizando a marchas forzadas en las últimas semanas y que el gobierno planea instaurar la gran mayoría de espacios públicos, también plantean nuevos retos. Un ejemplo lo vemos en las personas con discapacidad auditiva. ¿Por qué? El hecho de tener gran parte del rostro cubierto dificulta la lectura de labios o simplemente la expresión facial.
En España son algo más de un millón las personas que tienen alguna dificultad para usar el sentido del oído. Muchas de ellas desarrollan la citada lectura labial para poder comunicarse con mayor facilidad. Ese es un recurso, que parece sencilla, pero que resulta imposible de aplicar si se lleva puesta una mascarilla convencional. Aitor Bedialauneta, presidente de la Federación Vasca de Asociaciones de personas sordas, es una de las personas implicadas en buscar una ayuda para solucionar el problema a través de mascarillas transparentes: “Ha salido esta idea para que nos podamos comunicar porque ahora con las normales no se ve la boca y no pueden mantener una comunicación mediante la vocalización”, explica a COPE.
En el centro de investigación Tknika ya están fabricando algunos modelos que el propio Aitor se va probando: “Colaboramos para darles nuestra opinión como usuarios para saber cómo sería la mejor forma de hacerlas funcionar para nosotros”. La principal consigna que le da a los técnicas es clara: “Que sea lo máximo transparente posible, para que se vea bien y la comprensión sea más óptima”, describe.
El material que se utiliza para su fabricación es biodegradable y su aceptación en el colectivo parece algo más que previsible, pero el objetivo final sería que pudieran utilizarla todo el mundo: “No es solo para las personas sordas, es para todas. Es un recurso que se pone a disposición de toda la sociedad”, asegura Aitor.
El último paso que les queda poder homologarlas. Una vez las instituciones sanitarias den su autorización, confirmando que es segura, ya se podría estudiar la posibilidad de distribuirlas.