1 de cada 3 menores de 5 años duerme mal por la noche

La rutina del sueño del bebé empieza en la gestación

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1 de cada 3 menores de 5 años duerme mal por la noche

Ana Palacios

Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Es hora de acostarse y nuestro bebé que parece muy cansado no para de llorar y no consigue cerrar los ojos. Es algo que nos puede sorprender mucho, pero que es más común de lo que creemos. 1 de cada 3 menores de cinco años duerme mal por la noche y tiene dificultades para conciliar el sueño durante el día, según un Estudio Epidemiológico de los Trastornos del Sueño en Niños y Adolescentes, realizado por varias universidades.

¿Por qué mi hijo no duerme?

Hasta los 6 meses no se puede hablar de problemas con el sueño, porque el centro que regula el sueño aún está inmaduro. El doctor Gonzalo Pin Arboledas, es coordinador del Grupo del Sueño de la Asociación española de pediatría (AEP) y además ha escrito mucho sobre este tema en su blog “Epidemiología de los trastornos del sueño en la infancia” en el centro del cerebro hay 20.000 células que son las que regulan el sueño.

Al nacer, no están aún coordinadas, y hay células que dan unas órdenes y otras justo las contrarias”. Explica que por eso es normal el llanto del bebé de menos 5 meses que tiene sueño, pero no se duerme: “muchas veces le echamos culpa a los gases, pero realmente forma parte de ese proceso regulativo que al final harán que todas las células acaben obedeciendo la misma orden”.

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Los motivos son múltiples y son los pediatras y especialistas los que tienen que evaluar individualmente cada caso. Sin embargo, el Estudio Epidemiológico de los Trastornos del Sueño ha llegado a varias conclusiones, por ejemplo, hasta un 12 por ciento de los bebés no duerme en la posición adecuada, es decir, boca arriba, y los niños pequeños cada vez duermen menos siestas en las guarderías y en los centros escolares.

La razón principal es que los horarios escolares no se adaptan a las necesidades biológicas de los niños. Según datos del estudio, un 80 por ciento solo duerme una siesta al día, hasta un 16 por ciento no duerme ninguna, y tan solo el 4 por ciento duerme dos siestas.

Desde los 6 meses hasta que cumplan el año, los bebés deben dormir más de dos siestas que pueden ir desde los 20 minutos hasta incluso superar la hora, es su cuerpo quien lo regula. De 1 a 3 años, la siesta debe durar entre 1 y 3 horas y debe ser por la tarde. Y de 3 a 5 años, habrá una siesta de 20 minutos, también por la tarde. Más o menos, es aquí cuando muchos niños dejan de dormir la siesta.

La siesta es fundamental para el desarrollo cognitivo del niño hasta los 4 años, según Pin debería ser un derecho de salud pública mantener la siesta: “mientras uno está en vigilia va acumulando datos en el cerebro, y cuando esa cantidad es ya demasiado grande, es cuando nos entra el sueño, que lo que hace es limpiar el cerebro. En los niños pequeños ese acumule se produce más rápido y por eso duermen más. Si no les dejamos dormir, lo va a notar su desarrollo”.

Muchos niños se despiertan por la noche con miedo, lo que comúnmente llamamos todos pesadillas. En este ámbito es importante que los padres sepan distinguir entre una pesadilla y los terrores del sueño. Estos últimos se producen siempre en el primer tercio de la noche, duran entre 5 y 20 minutos. El cerebro del niño sigue durmiendo, aunque su cuerpo está semi despierto.

Se trata de un fenómeno normal y simplemente madurativo, generalmente hereditario. En esta circunstancia, como padres hay que mantener una actitud expectante y dejar que el niño siga durmiendo.

Otra cosa son las pesadillas, que suelen ocurrir en el último tercio de la noche. Es fácil de distinguir con los terrores del sueño porque el niño sí va a estar despierto y al día siguiente va a recordar lo que ha pasado. Si las pesadillas son muy frecuentes, hay que averiguar que le está pasando al menor: “si le pasa algo en el colegio, si ve algo raro en el ordenador o en la tele”. El doctor explica que las pesadillas responden a situaciones del día.

¿Cómo sé si mi hijo duerme bien?

El termómetro de si un niño duerme o no, nos lo da el día. Es decir, si está contento, activo, y si no se duerme cuando no le toca.Es normal que todos los niños se despierten por la noche cuando son pequeños. Sin embargo, entre el 20 y el 40 por ciento necesitan ayuda para volver a dormirse. Si es un niño, se pasa más de 60 minutos por la noche sin dormirse, y tiene más de 3 despertares nocturnos, los expertos consultados por COPE aconsejan a los padres que visiten al pediatra.

No todos los problemas del suelo están relacionados con un origen educativo, el niño puede estar sufriendo, por ejemplo, un reflujo o déficit de hierro.

En el sueño son fundamentales 4 complementos: el biológico, el psicológico, el ambiental-social y ecológico, que depende por ejemplo del tipo de luz ambiental. Según la OMS, la población que vive en las ciudades se pasa el 90 por ciento del tiempo dentro de un habitáculo y no al aire libre. Lo mismo sucede con los niños. Y eso es un problema, para Pin es: “fundamental que las escuelas infantiles se desarrollasen al aire libre, en parques o bosques, para poder ayudar en el contraste de luz del día de noche que mejoraría sus hábitos de sueño”.

Efectos de no dormir lo suficiente

Una persona tiene que dormir. Cuando un niño cumple 2 años, debería haber pasado 13 meses durmiendo. Cuando llega a la adolescencia, el tiempo del sueño debería ser del 50 por ciento. En la tercera edad, un tercio de nuestra vida. El sueño es fundamental para el desarrollo.

Dormir mal tiene un efecto directo en el crecimiento de los niños, la hormona del crecimiento se segrega en las fases más profundas del sueño. El mal sueño deja una huella a nivel metabólico. Y además favorece la aparición de la obesidad o justo lo contrario, puede provocar que el menor tenga un peso insuficiente para su edad. Otros efectos a largo plazo de no dormir bien, el mayor riesgo de desarrollar enfermedades como dermatitis, diabetes o Parkinson.

El sueño, como la piel, tiene memoria, de hecho, están relacionados, Un niño que tiene eccemas de dermatitis atópica, duerme peor; y como duerme peor, tiene más dermatitis.

Además, no dormir bien tiene también efectos en el comportamiento del menor, porque existe un mayor riesgo de desarrollar déficit de atención o problemas en el aprendizaje y, con ello, de fracaso escolar. Un sueño de calidad, en cantidad y en el momento adecuado, son fundamentales para el desarrollo neurocognitivo del menor.

¿Qué puedo hacer para que mi hijo duerma mejor?

Nacemos sabiendo dormir, el reloj biológico se regula a través de la placenta. A partir de la semana 30 del embarazo se puede comenzar a “educar” los patrones del sueño del bebé. Para ello es fundamental, según el doctor Pin, que la madre mantenga unos horarios regulares: “tanto de sueño como de alimentación.

Debe dar un paseo al aire libre por las mañanas, para inundarle de luz blanca. El bebé en el vientre debe aprender a diferenciar el contraste de luz intensa durante el día, con el de la noche”. De esta manera, ya antes de nacer, la madre le va transmitiendo la información adecuada al bebé para que duerma de forma más ordenada.

En su primer año de vida es muy importante que adquieran patrones de sueño. Durante los primeros 6 meses un bebé duerme hasta 17 horas, pero lo hará en ciclos de 3 o 4 horas seguidas. No va a ser hasta los 6 o 7 meses de edad cuando los niños adquieran un ritmo de sueño continuado.

Para que un niño duerma bien, debe existir un orden. El dormir responde a leyes biológicas, pero también es muy importante la actitud de la familia. Por supuesto, cada niño es un mundo, pero se deben cumplir los horarios del niño para ayudarle a llevar una rutina. Según la Academia Americana de Medicina del Sueño, la AASM un bebé entre 4 y 12 meses debe dormir desde 12 a 16 horas diarias; entre 1 y 2 años el sueño tiene que durar entre 11 a 14 horas, entre los 3 y los 5 años sus horas deberían ser de 10 a 13.

Hay algunas pautas que podemos seguir para ayudar a nuestros hijos a dormir mejor. Lo primero es que debemos ser absolutamente conscientes de la importancia del sueño. En los primeros 18 meses de vida del niño, tenemos que adaptarnos a sus horarios, no que nuestro hijo se adapte a los nuestros.

Por supuesto, pueden existir excepciones, pero deben ser eso, una excepción, no la norma. Además, como adultos debemos dar ejemplo, sobre todo con el uso de las tecnologías. Y, por último, pasar tiempo al aire libre, el contraste de luz y sonidos entre el día y la noche les ayudará en su calidad del sueño.

El truco de la agenda del sueño

Para detectar si existe algún problema, es bueno llevar una agenda de sueño del bebé. De esa manera, el pediatra puede detectar si existe alguna anomalía y descartar patologías.

Según el doctor Pin, la agenda del sueño es fundamental: “es ya de por sí curativa, porque nuestra memoria es selectiva y recordamos solo lo malo, pero si vemos el registro de los horarios de los últimos 15 días, podemos muchas veces observar que los problemas son menos frecuentes de lo que pensábamos”.

Es una manera de analizar los ritmos del niño y su calidad de sueño. En este caso, el doctor recomienda hacerlo como a la vieja usanza, por medio de un Excel, y por supuesto consultar al pediatra en caso de duda. Recuerda que en las redes sociales hay mucha información, pero que no toda responde a la verdad científica.

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