La mitad de los jóvenes, saturados por su propio móvil

Uno de cada 2 jóvenes se siente dependiente y el 55 por ciento mira el móvil continuamente

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La mitad de los jóvenes, saturados por su propio móvil

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Jóvenes y adolescentes pasan cada vez más tiempo frente a las pantallas y se sienten cada vez más dependientes de las redes sociales, de los chats o de las series que encadenan. Tanto es el tiempo de conexión que va en aumento que muchos ya lo encuentran excesivo. Según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), más de la mitad de quienes tienen entre 14 y 24 años reconoce que alguna vez se ha sentido saturado hasta el punto de tener que “desconectarse”. Una desagradable sensación que casi 1 de cada 4 han experimentado “muchas veces”.

Todo porque aunque valoran positivamente lo que les aportan los móviles, tabletas y ordenadores son conscientes de que su uso les resta tiempo de otras actividades fundamentales de forma que según el estudio el 49 por ciento admite dejar de lado los estudios o la lectura y el 43 por ciento reconoce que duerme menos por su enganche a Internet (eran el 31 por ciento en 2015).

“A lo mejor no tanto el móvil pero es verdad que con la tablet paso tiempo viendo series y pierdo tiempo de dormir” asegura Javier de 22 años sobre su uso tecnológico. Por su parte Amaya, de 21 años, admite que conoce a “mucha gente que está bastante viciada” con las pantallas y para Sergio, de 23 años, “esto es como cualquier cosa adictiva, un poco está bien pero tienes que tener cuidado de no ser muy dependiente de ello”.

Sin embargo según este estudio, elaborado junto con la Fundación Mapfre, el 86 por ciento está constantemente conectado. Uno de cada 2 jóvenes se siente dependiente, el 55 por ciento mira el móvil continuamente, 1 de cada 3 incluso mientras estudia o trabaja y dos de cada diez también cuando están con gente. La mitad de los 1.400 jóvenes participantes admitieron sentir con mucha frecuencia la necesidad de de comprobar su teléfono para ver si había pasado algo nuevo, es decir, una cierta ansiedad por no enterarse y quedar excluido.

Para la directora técnica del informe, Eulalia Alemany, los padres tienen un papel importante para que sus hijos hagan un uso equilibrado de las nuevas tecnologías. Hay que empezar cuando son pequeños porque según explica a COPE “la prevención no arranca a los 16 años, ni a esa edad se empiezan a poner límites, son hábitos y si se ponen límites en el resto de las actividades también deben establecerse con el uso del móvil”.

Todo porque aunque 7 de cada 10 jóvenes son conscientes de los riesgos de Internet, al menos dos de cada 10 reconocen haber visitado webs de contenido duro y peligroso en el último año. 1 de cada 4 admite haber visto contenidos violentos o sexuales que le hicieron sentir mal, casi 3 de cada 10 ha consultado páginas en las que la gente habla sobre cómo estar extremadamente delgado y el 21 por ciento webs sobre maneras de autolesionarse y el 23 por ciento para hacer daño a otras personas.

El 22 por ciento admite también que apuesta online. Son lo que en la FAD consideran “minorías significativas”. Como el maltrato por internet o redes sociales como insultos, amenazas, bromas pesadas o exclusión que aseguran haber sufrido el 34 por ciento de los jóvenes.

Mayoritario es, en cambio, el discurso de los jóvenes que resalta las ventajas de su actividad virtual sobre los inconvenientes como hacerse nuevos amigos, algo que valora el 50 por ciento o relacionarse con quienes están lejos que señala el 65 por ciento o con los amigos de siempre (el 47 por ciento). Incluso para 4 de cada 10 estar online mejora en cierto grado su autoestima, sobre todo los hombres jóvenes.

Y es que según los autores del estudio, si algo demuestran estos datos es que pese a esa cierta saturación episódica los jóvenes consideran Internet y las redes sociales el lugar “donde hay que estar y desde el que hay que relacionarse”. Y ven “raros” a los pocos que rechazan el uso de las tecnologías de la información aunque también a aquellos que hacen un uso excesivo sacrificando parte de su vida offline por una sobreexposición online. 

Para Antonio Guzmán, de la Fundación Mapfre, lo más importante es "educar en pensamiento crítico para que los chicos sepan distinguir la información veraz del bulo, cuidar su privacidad y desconfiar de los desconocidos también en Internet".

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