6 vacunas COVID en un año y en un siglo una única vacuna de tuberculosis
Hay cuatro proyectos en fase final uno de ellos es la española MTBVAC
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En MTBVAC es el nombre de la vacuna española contra la tuberculosis. Es también la esperanza de poder contribuir a erradicar una enfermedad que solo en 2021 mató a 1 millón 600.000 personas en el mundo y a prevenir los contagios, que superan los 10 millones al año. En ella llevan trabajando más de 20 años el microbiólogo Carlos Martín Montañés y su equipo. Otros 3 proyectos están también en la fase final de investigación, pero, a diferencia de lo ocurrido con el COVID, con el rapidísimo desarrollo de 6 vacunas en un año, para la tuberculosis y desde hace un siglo se utiliza la misma, la BCG.
“La BCG protege contra formas muy graves de la enfermedad como la meningitis, lo que salva la vida de muchos niños y también protege contra otras enfermedades no específicas. Sin embargo, no protege contra las formas respiratorias de la enfermedad, que en el caso de la tuberculosis es como se transmite, por vía aérea. Ofrece una protección variable y deficiente contra la tuberculosis pulmonar en adolescentes y adultos. Con MTBVAC lo que buscamos precisamente es que proteja contra esas formas respiratorias” explica a COPE Martín Montañés.
Esta vacuna española que ha sido desarrollada en la Universidad de Zaragoza https://www.unizar.es/ y que desde 2008 tiene también el impulso industrial de la empresa bioquímica Biofabri https://biofabri.es/ está actualmente en fase 3 y se desarrolla en Sudáfrica, Madagascar y Senegal y se prevé una duración de 5 a 6 años. “Tras demostrar en la fase 1 y 2 que es segura, ahora de lo que se trata es de verificar su eficacia con respecto a la vacuna antigua”, subraya el investigador.
Todo proyecto de vacuna, especialmente las que ahora están en fases más avanzadas, son prometedoras porque a medida que la pandemia de COVID ha reducido su presión, la tuberculosis ha recuperado el puesto de principal causa infecciosa de muerte en gran parte del mundo con 4.000 muertes diarias a nivel global. La tuberculosis mata a más personas cada año que el VIH y la malaria juntos.
“La tuberculosis no tiene como otras enfermedades infecciosas una mortalidad variable. Si una persona tiene la enfermedad tuberculosa y no es tratada en el 50 por ciento de los casos va a morir” señala Martín Montañés.
Los riesgos son mucho mayores en personas con desnutrición, infectados con el VIH (y otras personas con bajas defensas inmunológicas), con problemas de alcohol, fumadores y diabéticos.
La tuberculosis resistente aún más difícil de tratar
La tuberculosis resistente es otro de los retos pendientes. Los casos aumentaron de esta forma que no responde a los antibióticos desarrollados frente a la tuberculosis común aumentaron un 3 por ciento entre 2020 y 2021, con 450.000 nuevos casos de bacterias resistentes en todo el mundo, invirtiéndose la tendencia a un descenso de la incidencia en años. Además, y según la OMS solo reciben tratamiento un tercio de las personas que lo necesitan y son medicamentos mucho más caros y también más tóxicos.
“En el futuro las vacunas también pueden prevenir la transmisión de esas cepas multirresistentes porque si no lo logramos volveríamos la situación anterior al siglo XX, a no poder tratar la tuberculosis con los fármacos actuales que son muy limitados y con tratamientos muy largos” subraya Martín Montañés.
La tuberculosis multirresistente aparece cuando los tratamientos no se hacen correctamente, por prescripciones incorrectas, por medicamentos de mala calidad o pacientes que interrumpen la toma de la medicación que dura entre 4 y 6 meses. Cuando se desarrolla la enfermedad, los antibióticos que tradicionalmente se utilizan no son eficaces y hay que recurrir a otros más problemáticos y menos eficaces que los primeros que registran tasas de éxito de 85 por ciento. Es por ello una auténtica amenaza para la seguridad sanitaria.
Lejos del objetivo de la OMS de erradicar la enfermedad en 2030
Una cuarta parte de la población mundial, 2.000 millones de personas, está infectada y entre el 5 y el 10 por ciento, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, desarrollan la enfermedad muy lejos de los objetivos para erradicar la enfermedad. Solo quienes enferman trasmiten la bacteria de la tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis) y lo hacen por vía aérea, por ejemplo, al hablar o toser.
El órgano más afectado es el pulmón, pero también puede afectar al riñón, el cerebro, la columna vertebral y la piel. Y uno de los problemas en la lucha contra la enfermedad es su lenta progresión. Los síntomas que son tos prolongada (a veces con sangre), astenia, cansancio, adelgazamiento, fiebre y sudores nocturnos pueden ser leves durante varios meses. Durante este tiempo es fácil contagiar a otros sin saberlo. A la 2 o 3 semanas de iniciar el tratamiento, la persona deja de poder infectar a otras.
La tuberculosis está presente en todo el mundo, pero hay 30 países que concentran casi 9 de cada 10 nuevos casos en todo el mundo. Ocho países concentran dos tercios del total: India (28%); Indonesia (9,2%), China (7,4%), Filipinas (7%), Pakistán (5,8%), Nigeria (4,4%), Bangladesh (3,6%) y República Democrática del Congo (2,9 %).
Según señalan desde el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud y del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas (CIDRAP) apuntan a un incremento de la incidencia en EEUU y en Europa y una reducción en África.
La pandemia de COVID ha tenido un claro impacto negativo en la lucha contra la tuberculosis, con un aumento tanto de la incidencia como de la mortalidad, porque según explica a COPE la neumóloga del Hospital de Cruces y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Eva Tabernero, “los recursos de microbiología se concentraron en el COVID y mucha gente dejó de acudir a las consultas. Los efectos se han notado especialmente en países con alta incidencia de las dos enfermedades infecciosas como India”.
De hecho, y según la OMS, si en 2019 se diagnosticaron más de 7 millones de nuevos casos; en 2020 se situaron por debajo de los 6 millones. Volvió a subir hasta los 6,4 millones de nuevos diagnósticos en 2021, pero sigue por debajo de los niveles previos a la pandemia.
Tendencia al alza también en nuestro país
En España, donde recientemente se ha registrado un brote en Ourense, “la situación es de baja endemia, que es cuando la incidencia está por debajo de los 10 casos por 100.000 habitantes, pero está subiendo el número de casos y también los casos de tuberculosis multirresistente y es algo que nos tiene que preocupar. A diferencia de lo que ocurre en los países en vías de desarrollo, tenemos una buena red de laboratorios, pero, al ser una enfermedad poco frecuente en nuestro país, en ocasiones, hay retraso diagnóstico” explica a COPE Tabernero.
Entre los síntomas a los que debemos estar atentos destaca, sobre todos los demás, la tos: “cuando se prolonga más de 15 días acompañada de flemas se debe ir a la consulta. Y cuando el médico prescribe un tratamiento, lo recomendable es seguirlo”, explica Tabernero.
En los países en los que la incidencia es baja como el nuestro, el objetivo es tratar a las personas infectadas que no han desarrollado la enfermedad. Hay nuevos fármacos para ello como la Rifapentina, pero, según subraya Tabernero, aún no se están utilizando en nuestro país ni en el resto de Europa: “su ventaja es que permite reducir un tratamiento diario durante 3 meses a tan solo 12 dosis”.