¿Por qué nos tocamos tanto la cara?

Este sencillo y habitual gesto es la razón por la que estamos expuestos a epidemias como el coronavirus

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Javier Martínez

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

A estas alturas todos estamos totalmente concienciados de que la mejor medida para frenar el coronavirus es lavarnos constantemente las manos. Pero no es el hecho de tener las manos sucias lo que nos hace susceptible al coronavirus, sino el tocarnos los ojos, nariz o boca con las manos sucias. 

Muchas de las enfermedades infecciosas más frecuentes, como el coronavirus, entran en nuestro cuerpo a través de este gesto, pasando de nuestras manos a nuestras mucosas cuando nos tocamos.

Difícil no tocarse la cara

Sin embargo, nadie nos aconseja no tocarnos la cara, lo cual frenaría el contagio de coronavirus, sino tener las manos limpias. ¿Por qué? Porque no tocarnos la cara es prácticamente imposible. Los niños (y algunos adultos) se meten los dedos a la boca y la nariz constantemente. Muchas personas se muerden las uñas. Pero incluso las personas más educadas y disciplinadas, que evitan estos gestos de mal gusto, son incapaces de evitar rascarse un ojo, tocarse la barbilla o apoyar la mejilla en la palma de la mano.

Puedes hacer la prueba y observar a lo largo de un rato cuántas veces te tocas la cara de manera inconsciente. Da igual que estés atento un rato, en cuanto te despistes, te darás cuenta de que te estás rascando la nariz otra vez. Un estudio realizado en 2012 reveló que los humanos tocamos superficies y luego nos tocamos la cara al menos tres veces por hora.

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¿Por qué nos tocamos tanto la cara?

Las razones por las que nos tocamos la cara son muchas y muy variadas. Por ejemplo, nos tocamos la cara para rascarnos cuando algo nos pica. Pero también nos tocamos la cara cuando estamos nerviosos o intentamos concentrarnos en algo. Tocarnos la cara es una manera de hacernos volver a la realidad cuando estamos perdidos en nuestros pensamientos o de relajarnos cuando estamos perdiendo la calma.

Las personas también tocamos las caras de los demás como muestra de afecto. Acariciar la cara de otra persona puede ser una muestra de cortejo o flirteo. También es un gesto muy habitual de padres y madres con sus hijos, o de abuelos a sus nietos. ¿Quién no ha tenido una abuela que le agarra por los cachetes?

Este tipo de gestos pueden ser una herencia de los rituales de desparasitaje que realizan muchos primates, sociedades en las que quitarse los piojos unos a otros es una muestra de amistad o familiaridad. 

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Trucos para tocarnos menos la cara

A pesar de esta dificultad para reducir el número de ocasiones en las que nos tocamos la cara, hay maneras de reducir este contacto. Esta es una de las razones por las que las mascarillas tienen cierta efectividad para reducir el contagio del coronavirus. Al llevar puesta una mascarilla, las personas se tocan menos la nariz y la boca.

Otros trucos que podemos intentar desarrollar es rascarnos utilizando el codo o el dorso de la mano en lugar de los dedos. Y utilizar algunos objetos como bolas antiestrés para rebajar la tensión cuando tenemos más nervios de lo normal.

Unos mecanismos que nos pueden ayudar a reducir el problema, pero no a eliminarlo. Por eso, recuerda: lo más importante es lavarse las manos.

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