¿Caerá la venda?: Miki aspira a romper la maldición de España en Eurovisión
Países Bajos se perfila como favorita para la victoria en una gala en la que Madonna tendrá un protagonismo absoluto
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Decía el poeta libanés Khalil Gibran que en el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente. España, abonada al debacle en Eurovisión, afronta la final de este sábado con la esperanza de poner fin a la negativa racha que acumula en el programa musical más visto del mundo. Desde 2015 no pasamos del puesto 21 y no superamos el quinto lugar en los últimos 24 años. Una travesía por el desierto que Miki aspira a exterminar con los ingredientes que mejor definen a nuestro país: alegría, fiesta y color. "La venda", un tema pop con influencias de rumba catalana y ska compuesto por Adriá Salas de "La pegatina", se ha convertido en una de las apuestas más sólidas de España para el festival en los últimos años y los augurios pronostican que, este año sí, hay opciones de obtener un buen resultado.
Para ello, TVE presenta una de las escenografías más trabajadas de esta edición, trufada de simbolismo y energía. Una estructura de hierro y aluminio con luces LED iluminada interiormente abrirá la actuación con Miki y sus bailarines ocupando cada una de las habitaciones. Miki despertará a todos ellos del letargo de la rutina. Aunque la figura más protagonista - y también controvertida - del show será ‘la marioneta’ Paco, un robot de tres metros de altura que representa la sociedad que nos domina y nos encierra en nuestro propio mundo. Sin embargo, tanto como Miki como sus bailarines se liberarán de esa opresión, vencerán a la marioneta y acabarán bailando junto al resto de los 7.500 espectadores que se darán cita este sábado en el pabellón 2 de la Expo Tel Aviv (Israel). Un ejercicio visual, con fuerza y rebosante de alegría con el que la delegación española espera encandilar al público europeo. El optimismo entre el equipo de RTVE desplazado al festival es muy alto y hasta el propio Miki ha admitido en las últimas horas que confía en quedar entre los diez primeros clasificados.
No será fácil, puesto que la final de este sábado está plagada de propuestas muy diversas y atractivas en un festival, como es el de Eurovisión, ligado íntimamente a la extravagancia y la grandilocuencia. Países Bajos llega a la gran cita primero en las casas de apuestas y con amplia distancia sobre el resto de sus rivales. El neerlandés Duncan Laurence buscará emocionar a toda Europa con "Arcade", una balada soul con arreglos electrónicos que se basa en la experiencia real de la pérdida del primer amor del artista. Con el voto del jurado previsiblemente en el bolsillo, el representante de Países Bajos tendrá que ganarse también el apoyo del público para coronarse como sucesor de la israelí Netta.
Si los pronósticos fallan, un ramillete de aspirantes pugnan por dar la sorpresa y ganar el juego de tronos eurovisivo. Australia cuenta con el factor sorpresa como la clave para conseguir su primer triunfo tras debutar en 2015. La cantante soprano Kate Miller-Heidke y sus dos coristas flotan sobre el universo en un juego visual absolutamente innovador y absorbente, una experiencia poderosa que ya ha convencido a muchos y que podría ser suficiente para que su tema "Zero Gravity" ganara el concurso. El suizo Luca Hänni, por su parte, hereda en "She got me" el ritmo latino y caliente de Eleni Foureira para ofrecer una actuación muy enérgica y exquisita visualmente. En definitiva, una apuesta pop muy veraniega que podría resarcir la inesperada derrota de la diva helénica el año pasado con "Fuego". El sueco John Lundvik, el ruso Sergey Lazarev y el italiano Mahmood, ganador del festival Sanremo, también podrían acabar dando la sorpresa en una noche en la que el tecno punk, los sonidos tradicionales de algunos de los países participantes y hasta el yoik - un tipo de canto especial utilizado por el pueblo lapón - también estarán presentes.
MADONNA, PROTAGONISTA ABSOLUTA
Al margen de la competición, la reina absoluta de la noche será sin duda Madonna. La estrella norteamericana pisará por primera vez el escenario de Eurovisión para interpretar dos temas: "Like a prayer" - cuando se cumplen treinta años de su lanzamiento - y "Future", de su nuevo álbum junto al rapero Quavo. El millón de dólares pagado por el multimillonario Sylvan Adams hará realidad los sueños de ver a la reina del pop en un espectáculo que de nuevo este año seguirán más de doscientos millones de espectadores en todo el mundo. Un show que promete nervios hasta el final: la organización vuelve a retorcer el funcionamiento de las votaciones y, por primera vez, el televoto se conocerá según el orden del ranking resultante de la ronda previa de votaciones de los jurados. Así, la audiencia no sabrá quién gana hasta el último segundo de una noche en la que España ansía que a Europa se le caiga por fin la venda.