Eurovisión alza el telón en Tel Aviv sin un claro favorito para el triunfo

17 países rivalizan esta noche por conseguir una de las diez plazas que dan acceso a la final 

Eurovisión alza el telón en Tel Aviv sin un claro favorito para el triunfo

Javier Escartín

Publicado el - Actualizado

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El festival de Eurovisión 2019 arranca esta noche en Tel Aviv (Israel) con un ojo puesto en la música y otro en la política. El fin de semana pasado, las milicias palestinas en Gaza desencadenaron un nuevo repunte de la tensión con el disparo en pocas horas de más de 200 cohetes contra Israel, que respondió con bombardeos de represalia sobre objetivos militares. 25 palestinos y 4 civiles israelíes murieron. Ambas partes pactaron posteriormente una frágil tregua, que los expertos creen que puede romperse en cualquier momento. 

A pocos kilómetros de donde se palpa la tensión, Eurovisión aterriza con su tradicional pomposidad y excentricidad. Un baño de alegría que contrasta con la mayor ola de violencia en la región desde 2014. Israel espera que el festival, que regresa a su territorio 20 años después, ayude a proyectarse al mundo como un país normal y posicionarse como un destino turístico muy cerca de Europa. Y ni tan siquiera las amenazas de boicot por parte de distintas asociaciones han quebrado las ansias de evasión de un concurso que nació como ejercicio para cerrar las heridas profundas de un continente devastado por la guerra. Desde el festival repiten el mismo mensaje: Eurovisión une culturas y lenguas a través de la música, no participa de la división.

Por eso, Tel Aviv se concentra esta noche para disfrutar de la primera semifinal del concurso, en la que 17 países competirán por conseguir una de las diez plazas que dan acceso a la gran final. Los aspirantes más destacados para el triunfo están ausentes esta noche, por lo que todos los cantantes en liza tendrán una oportunidad única para ocupar un papel protagonista en esta batalla musical. Tras tres años de batacazos, Grecia parece haber encontrado de nuevo la inspiración eurovisiva y muchos ven en Katerine Duska una importante rival. La representante griega goza de una de las mejores voces de este año y traslada al festival el espíritu de un jardín encantado repleto de simbolismo y una fuerza escénica bastante notable. Aunque la escenografía más apabullante es la de Australia, con su artista literalmente volando sobre el planeta Tierra y abrigada por las estrellas del universo. Una actuación contundente y mágica que acompaña perfectamente a la portentosa voz lírica de Kate Miller-Heidke. Pese a que el país oceánico, en competición desde el año 2015, llegaba con pocas opciones, el truco escénico la ha convertido en toda una revelación en las jornadas de ensayo previas a esta semifinal. Todo lo contrario le ha ocurrido a la representante chipriota Tamta que, en un intento descarado de copiar el éxito de Eleni Foureira el año pasado con "Fuego", ha naufragado estos últimos días en las apuestas con una actuación excesivamente inspirada en la misma fórmula y con una interpretación ruinosa que deberá evitar si quiere tener alguna opción de, al menos, estar entre los mejores el próximo sábado.

Siete países optan esta noche además por cantar en su idioma para pasar a la final, una dinámica en alza tras el triunfo de Salvador Sobral en 2017. Los jóvenes eslovenos Zala Kralj & Gašper Šantl se presentan como el único dúo mixto del año para cantar una sencilla y emotiva balada titulada "Sebi". La emoción es también el arma del húngaro Joci Pápai, que regresa a Eurovisión dos años después cantando sobre la pérdida de la figura paterna. La serbia Nevena Božović hace un llamamiento al amor con "Kruna" y Georgia habla sobre las heridas de la guerra con la potente "Keep on Going". Los portugueses eligen sin embargo la apuesta más arriesgada del año con el vanguardismo de Conan Osiris y su "Telemóveis", un concepto radical con un vestuario transgresor y un ritmo ecléctico que corre el riesgo de sufrir la incomprensión de la mayoría de espectadores.

Y es que, pese a la opinión infundada de que el festival acoge siempre el mismo tipo de música, la edición de 2019 se presenta como una de las más diversas de los últimos años. La otra gran prueba es el grupo de tecno punk Hatari, que a base de una estética oscura, pirotecnia y decibelios subidos al extremo, acude a Tel Aviv con la clasificación a la final casi asegurada y dando mucho juego. Sus integrantes se han saltado la norma de la diplomacia y han criticado abiertamente que "un festival de unión y paz" se celebre en Israel. Además, el dance vendrá de la mano del famoso Dj finlandés Darude, las polacas de Tulia proporcionarán al festival su dosis de folclore que nunca puede faltar, el retro es la fuerza de la joven banda checa Lake Malawi y el sexteto montenegrino D-Mol actuará a coro en una actuación que difícilmente conseguirá el apoyo suficiente para pasar a la final.

Y en una Europa cada vez más heterogénea, dos 'foráneos' se encargarán de dejar a los que países que representan en el mejor puesto posible. El sueco Victor Crone testa la exitosa fórmula nórdica bajo la bandera estonia y el turco Serhat pondrá el fin de fiesta liderando la delegación de San Marino. Las mezclas de estilos, lenguas y culturas que sólo Eurovisión es capaz de unir en la frontera de la violencia. 

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