5ª FERIA DE SANTIAGO

La cadencia de Ortega y el mando de Ginés abren la puerta grande de Santander

Juan Ortega y Ginés Marín salen a hombros este miércoles de Cuatro Caminos tras cortar dos orejas cada uno.

Juan Ortega y Ginés Marín en su salida a hombros este miércoles en Santander

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

En el ambiente de Santander aún flotaba lo vivido este martes en el coso de Cuatro Caminos. Las conversaciones durante todo el día tenían un único protagonista. Andrés Roca Rey y su heroica actuación. Como también los gestos toreros de Cayetano y Antonio Chacón exponiendo su integridad en pos de salvar la vida de su compañero y jefe de filas respectivamente. La ética de la tauromaquia como hilo argumental de conversaciones de aficionados para alentar la firme defensa de este espectáculo.

Un espectáculo que este miércoles vivió una tarde de contrastes con una variada corrida del Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto y que se arregló en la segunda parte del festejo con tres faenas destacadas, una por coleta.

Con más kilos que seriedad por delante trajo el abraplaza de La Ventana del Puerto, un animal que derribó al caballo en el tercio de varas y al que Talavante firmó un arrancado y vistoso quite por chicuelinas que abrochó con una preciosa media a pies juntos. Tras un inicio pleno de gusto y una primera tanda al natural de tanteo, Talavante se echó la mano a la diestra para firmar una notable tanda en redondo. Templando, reduciendo la embestida y ajustándose a la embestida del ‘domecq’ salmantino. Pero hasta ahí duró el animal. El depósito de la casta se vació por completo y aunque el extremeño estuvo insistente y con ganas de agradar, aquello ya no tuvo el brillo de esa serie. Enterró la espada al primer intento, aunque cayó un punto desprendida y tendida, lo que ralentizó la muerte del toro. Talavante, cual rejoneador, volvió rumbo al burladero de matadores alentando una petición que el palco no consideró como mayoritaria.

De muy escaso trapío fue el cuarto del Puerto de San Lorenzo, un animal que ya de salida demostró su escaso celo por los engaños y su mansedumbre cuando sintió la puya sobre la anatomía, convirtiendo su lidia en el tercio de varas en un correcalles de caballo en caballo. Cuando Talavante le presentó la muleta pasó por delante de ella sin hacerle caso y puso rumbo a la zona de toriles. Ahí le planteó faena Alejandro y ahí rompió el toro a embestir como muchos toros de este encaste. Lo aprovechó el extremeño en tandas cortas pero ligadas y mandonas. Una en redondo, más profusa en muletazos, fue el cénit del trasteo. Pero hasta ahí duró el del Puerto, no quiso más pelea. Cerró por manoletinas antes de cobrar una estocada al encuentro que viajó algo trasera y desprendida. Ahora sí la petición tuvo la fuerza necesaria para que el palco asomase el moquero blanco. Tanta fuerza como para llegar a pedirse una segunda de forma un tanto excesiva. El presidente se mantuvo firme criterio y Talavante paseó una oreja.

Juan Ortega, en su segunda tarde santanderina, tuvo que enfrentarse en primer lugar a un animal de escaso perfil y contado poder. Quiso estirarse a la verónica tanto en el saludo capotero como en un posterior quite. Pero el de La Ventana andaba ya bajo mínimos. La faena de muleta no fue más que una puesta en escena de cites y posturas para los fans de las fotos de Twitter e Instagram ante un semoviente de nula emoción en sus viajes. Una estocada delantera y caída fue más que suficiente para pasaportar al toro.

Cuando sí se pudo disfrutar del concepto de Juan Ortega fue con el quinto del Puerto. Un animal noble y enclasado al que jugó brazos y muñecas en el saludo a la verónica primero, para después aplicar temple y mimo con la muleta. El trianero se explayó sobre todo en el toreo en redondo, crujiendo la embestida del toro y haciendo crujir a los tendidos, que percibieron con alborozo su toreo de suma calidad. Hubo muletazos donde se pararon los relojes y los olés surgieron tan profundos como el toreo que propuso Juan Ortega. La estocada, bien es verdad, se fue a los blandos, lo que restó puntos al doble trofeo que ahora sí concedió el presidente.

Tras los dos primeros ‘domecqs’ de La Ventana, Ginés Marín se echó por delante el primero de los ‘lisardos’ de El Puerto de San Lorenzo. Éste fue un ejemplar de entipadas hechuras, con cierta calidad en sus embestidas mas de contado poder. Le saludó Ginés de forma vistosa con el capote a base de cordobinas. En la faena de muleta puso el temple al servicio de una obra bien trazada, aunque sin la emoción necesaria para calar más en los tendidos. Hubo de recurrir a un final de cercanías para levantar las ovaciones más fuertes de su obra. Un pinchazo y otro hondo en buen sitio hizo que el toro doblase las manos.

A punto estuvo de arrollar el sexto de La Ventana a Ginés en un quite por chicuelinas. El capote sirvió de parapeto entre la anatomía del torero y el pitón del toro. Ni se amilanó ni se lo pensó el torero después, que se hincó de rodillas en la apertura de faena para dejar una tanda rotunda de derechazos mirando al tendido que desembocaron en un cadencioso y torero pase del desprecio que hizo que los tendidos de sol, donde se desarrolló este preámbulo, le aclamasen puestos en pie. El toro tuvo nobleza pero le faltó reborsarse más en unas embestidas algo faltas de ritmo y clase. Muy preclaro Ginés, que templó y mandó sobre el toro del hierro salmantino y cuajó una tanda al natural con ligazón, expresión y profundidad mediado el trasteo que fue la más sobresaliente del conjunto. Volvió a pinchar antes de agarrar un estoconazo del que salió el toro fulminado y tras el que los tendidos se llenaron de pañuelos que solicitaron el doble trofeo que el palco no tuvo más remedio que conceder..

Santander, miércoles 26 de julio de 2023. 5ª de Feria. Tres cuartos de plaza.

Tres toros de

(1º, 2º y 6º) y tres de

(3º, 4º y 5º), desiguales de presentación. Manejable pero de escasa correa el primero; muy venido a menos el segundo; un tercero con calidad pero escado fondo y poder; manso pero noble el cuarto; un quinto con nobleza y calidad; manejable el sexto.

Alejandro Talavante, saludos tras petición y oreja con petición de la segunda

Juan Ortega, saludos y dos orejas.

Ginés Marín, que sustituía a Manzanares, silencio tras aviso y dos orejas.